El Blues no rima con Bush
- Los Blues Brothers vuelven a España criticando la "apestosa" situación política de EE.UU.
- Creen que se está produciendo un renacimiento del Rhythm and Blues
- Tocarán el mismo repertorio de siempre en Madrid, Mataró y Valencia
"No importa quién seas, ni lo que hagas para vivir, para prosperar o para sobrevivir...Hay algunas cosas que nos hacen a todos lo mismo, a tí, a mi, a ellos, a todos". De esta forma terminaba Elkwood Blues su 'speech' previo al comienzo de Everybody needs somebody, la canción más popular de The Original Blues Brothers Band en la mítica película de John Landis que les dio fama internacional.
No solo eso; también explica una manera de vivir la música y de interpretar la realidad social de cada momento. En el primer caso, la fidelidad a un estilo musical que conecta con el público de manera constante durante cuatró décadas.
En el segundo, un modo de ir a los sentimientos más básicos de la gente, porque apela directamente a su conciencia social.
"Todos sabemos cuál es la situación en EE.UU. políticamente y socialmente y en tiempos así la gente quiere volver a los más auténtico, lo más orgánico, a las raíces, a donde se pueden asentar y el blues tiene eso", defiende Johny Rosch, el nuevo vocalista del grupo que, pese a todo, parece haber estado en él toda la vida.
"La situación política en Estados Unidos apesta", le apostilla Alan 'Mr Fabolous' Rubin, el clásico trompetista de la banda que vuelve tras dos años con problemas de salud.
Fiel a su estilo
Ambos representan dos casos extremos pero complementarios de una banda que se ha sabido reinventar a sí misma aprovechando el éxito de las dos películas de Los Blues Brothers siendo fiel a un estilo musical: el Blues de Chicago y el Rhythm and Blues de Memphis.
De hecho, la gran novedad que venden estos músicos es la ausencia de novedad, porque no creen que se pueda hacer mejor música blues que la de siempre, la de toda la vida, la que les llevó del anonimato al éxito internacional por la genial ocurrencia de dos cómicos del Saturday Night Live.
Se trata de Dan Aykroyd y el fallecido John Belushi, que entre 1975 y 1979 se enfundaban sombrero, gafas de sol, camisa blanca y traje negro en este programa de televisión acompañados de unos músicos extraordinarios que -hasta ese momento- tenían un papel secundario.
Entre ellos estaba Rubin como acompañante de viento, al que luego se le unirían Tom Malone en el trombón y Steve Cropper a la guitarra, músico del sello Stax que llevaba haciendo blues desde comienzo de los 60.
"No necesitamos ningún material nuevo porque el de siempre es muy poderoso", defiende Cropper, que recuerda que "el concepto original de John y Dan en Saturday es mantener viva esta música y difundirla y eso es lo que queremos seguir haciendo".
Por eso, los que han acudido a verlos este fin de semana a Bilbao y los que lo harán en esta en Madrid, Valencia y Mataró (Barcelona) tendrán los temas de siempre, sin que eso suponga que vayan a escuchar exactamente lo mismo.
"La música es lo que permanece, pero cada concierto es una experiencia única", defiende Rosch, para el que enfundarse el traje de Aykroid y Belushi no tiene tanta importancia como el hecho de tocar con gente como Cropper o Malone.
Imagen de marca
"Es una banda muy seria porque hacen buena música y a la vez es la más divertida porque como hacen buena música y no tienen que demostrar nada a nadie se permiten el lujo de improvisar lo que les gusta", detalla enfundado en su traje, con las clásicas gafas negras, impecable pese al calor de julio en Madrid.
Se trata de la 'imagen de marca' de Los Blues Brothers que Malone, Rubin y Cropper han seguido manteniendo desde su reunificación en 1988 para seguir manteniendo el lazo con el gran público, pese a que a veces les depara alguna que otra sorpresa.
"En la gira de Italia venían adolescentes de 16 años diciéndome que John Belushi les había introducido en el blues, lo que tenía un cierto sentido...si tienes esa edad", bromea Malone, que elogia el papel "inspirador" que han tenido las dos películas para la gente joven.
Veinte años después siguen recorriendo los escenarios de todo el mundo, transmitiendo la misma energía que experiementaron las 8.000 personas que les vieron en Bilbao ayer.
Una 'magia' que consideran que se transmite sólo cuando están todos juntos, en el escenario y en el estudio de grabación, por lo que se resisten a adelantar si harán un nuevo trabajo discográfico.
"Grabar o no grabar no es importante, tocar en cada concierto es una experiencia increíble, porque cada concierto es algo nuevo y muy gratificante", asegura Rosch.
"Nadie toca estas canciones como nosotros, nosotros lo hacemos de manera especial y eso es lo que genera esta energía", concluye Cropper.