El espíritu de Frank Zappa
El hijo del mito estadounidense, Dweezil Zappa, recupera su mejor repertorio en Madrid
Medio millar de personas han vibrado con temas como Peaches in Regalia o Cosmik Debris
Zappa plays Zappa repite este viernes en el Palau de la Música de Barcelona
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Frank Zappa estaría orgulloso: su legado está en buenas manos. Pese a ser un mito de la música estadounidense, nunca fue un superventas ni nada parecido, pero sus canciones, interpretadas por su hijo Dweezil Zappa en el espectáculo Zappa plays Zappa, han logrado reunir este jueves en el Patio del Conde Duque, en Madrid, a medio millar de seguidores entregados, 15 años después de su muerte.
Vista la competencia -nada menos que el 'Boss'-, es un éxito indudable; más aún teniendo en cuenta que los asistentes se han divertido a rabiar repasando los temas del mito del Baltimore. Con todo, si el objetivo, como declaraba Dweezil un día antes, era llevar la música de su padre a los jóvenes, queda camino por recorrer, puesto que la edad media superaba con holgura la treintena. Incondicionales, eso si.
Saludo en castellano
Sin más preámbulo que un breve saludo en español que traía escrito, Dweezil Zappa y los suyos se ha puesto en marcha con G-Spot Tornado, para despertar después las primeras palmas con Tiny Lights. Allí, el hijo del mito se ha soltado con uno de los varios impecables solos de la noche; es un guitarrista muy solvente y preciso, aunque algo frío, un aspecto que suplen de sobra las composiciones de su padre y una banda muy acoplada.
Cheepnis ha vuelto a levantar al público, mucho más cuando ha enlazado con la celebrada Don't eat the yellow snow, que a su vez fundía con los ritmos de Saint Alfonzo's Pancake Breakfast. El sol caía ya en el Conde Duque y arreciaban los aplausos.
La banda ha puesto la pausa con Inca Roads -"es una de mis favoritas", ha reconocido Dweezil, que ha vuelto a impresionar con un elegante solo- para dar paso a dos temas del album Sheik Yerbouti (1979), Flakes -una parodia de Bob Dylan- y Broken Hearts. En este punto, puro rock, la mitad de los asistentes había dejado su asiento, y la noche se aceleró aún más con Bamboozled.
La banda se exhibe
La instrumental King Kong ha servido para que la banda, a modo de jam session, se exhibiera desgranando varios solos: Scheila Gonzalez al saxo, Jamie Kime a la guitarra¿ los siete miembros de la banda y la voz inivitada, Ray White, han demostrado la calidad de la formación, imprescindible para abordar las elaboradas canciones de Frank Zappa.
A base de encadenar temas de hasta 12 minutos la noche se ha cerrado, para recibir la fenomenal Packard Goose -"love is not music, music is the best", dice la visión de María que contempla el personaje de la opera-rock en la que se inserta este tema- despedida con una gran ovación.
Un cierre espectacular
Sin apenas pausa, Peaches in Regalia, la favorita de Dweezil según confesión propia, ha levantado a los pocos que seguían sentados. Y no se han vuelto a sentar, porque, aunque la banda pretendía acabar el concierto, el público le ha obligado a volver.
El broche ha sido Cosmik Debris, una suerte de instrucciones para alcanzar el nirvana en forma de blues acelerado, con una espectacular lucha entre el saxo de Gonzalez y la guitarra de Dweezil para cerrar la noche. Así, medio millar de fans entusiasmados han abandonado el recinto a medianoche, convencidos de que Zappa vive. Y nadie se ha acordado de un tal Springsteen.