Nueva Orleáns recuerda el 'Katrina' con la vista puesta en el 'Gustav'
- Tres años después, Luisiana aún sufre las consecuencias del devastador huracán
- Los diques y el sistema de drenaje han mejorado, aunque persisten zonas desprotegidas
- La reconstrucción de Nueva Orleáns avanza lentamente en los barrios más pobres
Tres años después de que el huracán Katrina tocará tierra en Luisiana, las huellas de la catástrofe siguen visibles en Nueva Orleáns, que ahora afronta la posibilidad de que Gustav, que podría pasar de tormenta tropical a huracán el próximo lunes, atraviese la ciudad y ponga a prueba los diques y el sistema de drenaje.
Muchos expertos señalan que no se ha avanzado demasiado en la construcción o reforzamiento de los diques que no contuvieron las marejadas del Katrina, ni en la recuperación de barreras naturales, como pantanos e islas en el Delta del Misisipi, donde cada día la erosión se lleva el equivalente a 24 campos de fútbol.
Este mismo jueves, un oficial del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Bill Irwin, reconocía que aún hay zonas desprotegidas y señalaba que las autoridades federales, a quienes corresponde la gestión de los diques, están instalando protecciones adicionales en el canal navegable de Nueva Orleáns, con la vista puesta en la llegada del Gustav.
De nuevo en alerta
Así, el gobernador Bobby Jindal activó este miércoles el dispositivo previsto ante catástrofes del Estado mientras Gustav deambula por el Golfo de México. La coincidencia de fechas y recorrido no contribuye a calmar a los habitantes de Nueva Orleáns: el 29 de agosto de 2005, el huracán Katrina, que había cruzado la península de Florida y vagabundeado por el Golfo, donde alcanzó categoría 5, tocó tierra en el Delta del Misisipi.
Días después se había convertido en el huracán que más daños ha provocado en la historia de Estados Unidos, unos 125.000 millones de dólares en la región más afectada desde el este de Texas a Alabama, pasando por Luisiana y Misisipi, y en uno de los tres más mortíferos, con entre 1.600 y 1.800 personas fallecidas a su paso.
El Katrina fue el sexto huracán más fuerte registrado en el Atlántico y el tercero más potente que haya llegado a las costas estadounidenses desde que existen registros.
Las autoridades habían ordenado la evacuación de Nueva Orleáns y varios distritos circundantes, y una de las historias menos recordadas de la crisis fue que, efectivamente, casi un millón de personas abandonaron la región y se salvaron de la catástrofe.
Como una ventosa, el sistema de baja presión, con categoría 3 de huracán, elevó las aguas del Golfo, del río Misisipi y del Lago Pontchartrain, al norte de la ciudad, que entonces contaba con 500.000 habitantes. Marejadas que, en algunos sitios, llegaron a los ocho metros de altura, penetraron hasta un kilómetro y medio en áreas de playas abiertas y sobrepasaron o rompieron terraplenes y diques en áreas protegidas.
El 80% de Nueva Orleans quedó sumergido en aguas contaminadas por el torrente de cloacas, la ruptura de tanques de gasolina, toneladas de basura y, en pocos días, de cadáveres.
La lenta recuperación
Nueva Orleáns cuanta ahora con 300.000 personas, un 60% de su población en 2005, y la recuperación es más visible y firme en las áreas menos anegadas por el Katrina: el Barrio Francés, la zona de hoteles y atractivos turísticos. Para los barrios más pobres, la recuperación se ha demorado, o quizá nunca llegue.
Desde el Katrina y el huracán Rita, que tocó tierra el 24 de septiembre de 2005 en el límite de Texas y Luisiana, la Agencia Federal de Emergencias (FEMA, en sus siglas en inglés) ha pagado 402 millones de dólares en alojamiento temporal para unas 140.000 familias desplazadas por los huracanes.
Un programa estatal de Luisiana que canaliza fondos del gobierno federal para los dueños de casas dañadas o destruidas ha distribuido ya más de 6.500 millones de dólares a unos 114.000 solicitantes, pero, 36 meses después del desastre, todavía más de 40.000 solicitantes no han recibido esa ayuda.
Esto se debe, en parte, a la complejidad de los trámites burocráticos, y en parte al hecho de que el mayor número de familias afectadas son pobres y con poca experiencia para tales trámites.
Lo más notable del renacimiento de Nueva Orleáns es su sistema escolar, que antes del Katrina tenía muy mala reputación, y desde entonces se ha reorganizado, ha atraído a educadores calificados de todo el país, y opera ahora con normas de mayor calidad académica.