"Pienso que no he aportado nada verdaderamente significativo al cine", confiesa Woody Allen
- El libro Conversaciones con Woody Allen, escrito por Eric Lax, sale el 12 de septiembre
- Descubre al lector sus pensamientos, sus gustos y todas las facetas de su trabajo
- Entre los directores que más admira está Chaplin, Welles y Fellini
- Narra cómo empezó mandando chistes a la prensa neyorkina
"Pienso que no he aportado nada verdaderamente significativo al cine... Soy un humorista de Brooklyn y Broadway que ha tenido mucha suerte". Así se define Woody Allen, uno de los cineastas más respetados, con 38 películas a su espalda, en el libro Conversaciones con Woody Allen, de Eric Lax.
Un libro que saldrá a la calle el 12 de septiembre y en el que el cineasta neoyorquino abre al público, por primera vez, las puertas de su taller creativo y muestra al lector sus pensamientos, sus gustos y todas las facetas de su trabajo: su labor como guionista, actor, director o compositor, a través de miles de anécdotas plagadas de humor.
Y todo ello de la mano de Eric Lax, el autor de la biografía oficial de Allen, que se publicó en 1991, y colaborador habitual de The New York Times, Atlantic, Vanity Fair y Esquire, entre otros medios, quien ha compartido, durante más de tres largas décadas, horas de conversación e intimidad con el director de Annie Hall.
"Un álbum de fotos recopiladas a lo largo de media vida que ofrecen una clara imagen de transformación desde sus inicios en el cine hasta llegar a convertirse en uno de los directores más aclamados del mundo", explica Eric Lax, en el prólogo.
En Conversaciones con Woody Allen, editado por Lumen, el cineasta habla de sus ídolos Bob Hope y Groucho Marx, y de sus actores favoritos: Marlon Brando, Alan Alda, Michael Caine, John Cusak o Jack Nicolson, y también de sus actrices: Diane Keaton, Mia Farrow, Scarlett Johanson o Charlize Theron.
Un volumen en el que en sus casi 500 páginas y decenas de imágenes queda abrochada la trayectoria vital e intelectual de este gran creador y en el que también quedan plasmadas sus opiniones acerca de los directores que más admira y que más le han influido como Chaplin, Orson Welles, John Huston, Bergman, Fellini, De Sica o Jean Renoir.
Recuerdo de los orígenes
Mediante la fórmula pregunta-respuesta, Allen Stewart Konigsberg (Nueva York, 1935), conocido como Woody Allen, nombre artístico que él mismo se puso en 1952, cuando los cronistas de sociedad de varios periódicos de Nueva York comenzaron a utilizar los chistes y las ocurrencias que él enviaba, el cineasta recuerda sus orígenes y evolución en el mundo de la creación.
El libro relata cómo Allen en aquella época mandaba unos 50 chistes al día. A los 16 años fue contratado por la cadena NBC, como plan de desarrollo de nuevos guionistas y fue enviado a Hollywood para trabajar en el programa "Colgate Comedy Hour".
A los 22 años escribía para el humorista Sid Caeser y en 1960, cuando tenía los 24 años, había multiplicado por 80 su primer salario.
"Hasta llegar a la adolescencia yo tenía a Hope como ejemplo a seguir e intentaba hacer chistes y soltar ocurrencias con gracia, pero cuando crecí y fui más culto...quería escribir dramas... Mi pretensión era escribir como Ibsen y Chejov", dice Allen.
Después vendría en 1965 ¿Qué tal, Pussycat? y de ahí una larga lista con Toma el dinero y corre, Bananas, Sueño de seductor, El dormilón, Interiores, Manhattan, Zelig, La rosa púrpura de El Cairo, Hannah y sus hermanas, Otra mujer, Maridos y mujeres y un largo etcétera que termina, por el momento, con Vicky Cristina Barcelona, de 2008, que se estrenará en España en septiembre en el Festival de San Sebastián.
En el libro, Allen también deja constancia de su fascinación por Madrid y Barcelona. "Pensaba que serían unas ciudades bonitas y nada más, pero son increíbles. España es un mercado muy importante para mis películas. En Europa me suele ir bastante bien. En estados Unidos, como ya se sabe, ni siquiera el hecho de contar con el apoyo de la crítica se traduce en un éxito de taquilla", dice.
Lax en el prólogo explica que Allen es la antítesis del personaje que interpreta en la pantalla, el hombre desesperado y en crisis. "En el mundo real es el dueño de su trabajo y de su tiempo. El análisis que hace de sí mismo es del todo acertado: 'soy una persona seria, un trabajador disciplinado, un escritor vocacional, interesado en la literatura, el teatro y el cine'", escribe.