La democracia de Tailandia, de nuevo en la encrucijada
- La Alianza del Pueblo para la Democracia vuelve a tomar las calles dos años después
- En 2006, propició el golpe de Estado contra Thaksin Shinawatra, acusado de corrupción
- Ahora pretende que el primer ministro, Samak Sundaravej, deje también el cargo
Dos años después del golpe de Estado incruento que acabó con la etapa en el poder del empresario Thaksin Shinawatra, la democracia de Tailandia vuelve a tambalearse a causa de la contestación popular contra el primer ministro, Samak Sundaravej, al que la oposición acusa de actuar como testaferro de Shinawatra, ahora exiliado para huir de las causas judiciales contra él por corrupción.
En ambos casos, la punta de lanza de las protestas ha sido un heterogéneo grupo denominado Alianza del Pueblo para la Democracia, que nació para oponerse a Shinawatra y a día de hoy aún carece de sede o estatutos, pero ha sido capaz de poner en jaque al Gobierno de Sundaravej, desalojado del palacio gubernamental desde el 26 de agosto.
Aunque algunos analistas políticos aseguran que el rey Bhumibol Aduldayej -uno de los monarcas más acaudalados del mundo- dirige en la sombra la alianza, que además cuenta con el respaldo de varios nobles, el monarca nunca ha dado señales evidentes de apoyarla, aunque tampoco la condena.
Contra Shinawatra
La alianza fue creada en 2006 por Sondhi Limthongkul, un rico empresario del sector de los medios de comunicación, fundó la asociación con los detractores del entonces primer ministro Thaksin Shinawatra, conocido en los círculos diplomáticos como el Berlusconi tailandés.
El ex primer ministro había pasado de policía a poderoso empresario de telecomunicaciones, con varias empresas de telefonía y medios de comunicación en propiedad. Su ascensión política fue también meteórica y ha sido el único jefe de Gobierno que ha logrado una reelección en el país asiático.
Durante su segundo mandato se vio salpicado por varios casos de corrupción, especialmente la venta en enero de 2006 de la empresa de telecomunicaciones Shin Corp. por 1.900 millones de dólares (1.316 millones de euros), una polémica transacción que las autoridades declararon libre de impuestos.
Caldo de cultivo para el golpe de Estado
Así, en febrero de ese año, se unían a la Alianza el veterano de la Guerra de Vietnam y ex general Chamlong Srimuang, el sindicalista Phiphob Thongchai, el empresario Somsak Kosaisuuk y el profesor universitario Somkeit Pongpaibul. Shinawatra fue denunciado por corrupción ante los tribunales y durante muchos meses se orgainzaron protestas callejeras para forzar su dimisión.
La Alianza consiguió dañar la imagen de Shinawatra, contribuyó a debilitar su Gobierno, y creó el contexto para que la cúpula del Ejército perpetrara un golpe de estado incruento el 19 de septiembre de 2006, cuando Shinawatra se encontraba en Nueva York asistiendo a la asamblea anual de Naciones Unidas.
Hoy, el ex primer ministro vive en el Reino Unido y evita volver a su país, en el que tiene pendiente cuatro causas por corrupción. Hace apenas una semana que vendió el Manchester City por 240 millones de euros a un grupo inversor de Abu Dhabi, ya que no podía hacerse cargo de las fichas de los jugadores.
De nuevo en las calles
Tras la asonada, la Alianza desapareció de las calles de Bangkok, y guardó silencio durante los 15 meses que Tailandia fue regida por un gobierno interino instalado por los militares. Con la redacción de una nueva Constitución y la convocatoria de elecciones generales en diciembre de 2007, la democracia volvía a Tailandia, aunque con la paradoja de que fueron los seguidores de Shinawatra quienes volvieron al poder.
De la mano de un partido recién creado, los aliados del ex primer ministro regresaron al Gobierno con un nuevo jefe, Samak Sundaravej, un veterano político rescatado tras cuatro años en el puesto de gobernador de Bangkok. Sundaravej ganó con un gran apoyo popular al frente del Partido del Poder del Pueblo (PPP), considerado la reencarnación del Thai Rak Thai (Tailandeses Aman lo Tailandés), el partido que fundara Sihinatra y que el Tribunal Supremo ilegalizó en 2007 por fraude electoral.
El nombre de la Alianza volvió a las paginas de los diarios locales a finales del pasado marzo y dos meses después comenzaron las protestas que han terminado por poner contra las cuerdas al primer ministro.
Cariz antidemocrático
Pese a la apariencia popular y democrática que puede desprenderse de sus protestas contra la corrupción, el nepotismo y el mal gobierno en general, la Alianza impugna el sufragio universal en Tailandia y propone un Legislativo en el que sólo el 30% de los escaños se decidiría en las urnas, mientras que los demás saldrían de los distintos sectores profesionales y de la voluntad del Rey.
El implacable acoso a Shinawatra y después a Sundaravej, uno popular en el norte y el otro en áreas de Bangkok, han llevado a algunos políticos a acusar de antidemocrática a la alianza, que explota su mensaje de inquebrantable lealtad a la Corona para ganarse la simpatía del pueblo.