Morales descarta el estado de sitio ante la oleada de violencia en Santa Cruz
- El Gobierno boliviano anuncia medidas de emergencia para reestablecer la normalidad
- Grupos de opositores han protagonizado saqueos y ataques a instituciones de Santa Cruz
- El ministro de Interior califica a estos grupos como "fascistas, violentos y racistas"
- El titular de Defensa acusa a los líderes cruceños se estar dentrás del "golpe cívico prefectural"
El Gobierno de Evo Morales ha descartado decretar el estado de sitio en Santa Cruz ante la ola de violencia y los saqueos protagonizados por grupos opositores en esa capital oriental contra varias instituciones estatales.
La posición fue expresada por los ministros de Gobierno (Interior), Alfredo Rada, y de Defensa, Wálker San Miguel, en una rueda de prensa en la que, no obstante, acusaron a los líderes cruceños de haber iniciado un "golpe cívico prefectural" al Estado de Derecho en Bolivia.
La ciudad de Santa Cruz, donde están afincados los principales opositores a Morales, ha sido el escenario de una ola de violencia y de una batalla campal entre radicales autonomistas y fuerzas de seguridad que custodiaban las instituciones del Estado.
Los grupos han destruído oficinas de impuestos, de reforma agraria, del canal estatal, de la empresa nacional de telecomunicaciones y de la ONG Centro de Estudios Jurídicos e Investigaciones Sociales (CEJIS) afín al Gobierno.
Tras reunirse con el presidente Morales, San Miguel ha asegurado de forma tajante que "el Gobierno no ha de dictar ningún estado de sitio" porque, según dijo, los 1,5 millones de habitantes de Santa Cruz no pueden ser perjudicados por "500 malandrines".
San Miguel también anunció que definirán "medidas de emergencia", que no precisó, para normalizar las actividades en Santa Cruz, donde todavía hay movilizaciones en marcha en varios lugares de la ciudad.
Por otra parte, su colega Rada ha acusado al prefecto (gobernador) de Santa Cruz, Rubén Costas, y al presidente del Comité Cívico de la misma región, Branco Marinkovic, de dirigir a los "grupos fascistas, violentos y racistas" que protagonizaron los desórdenes.