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Gallardón, presidente por un día

  • El alcalde ha dominado la escena en todo momento con un tono presidencialista
  • Su bolígrafo, convertido en batuta de sus intervenciones, única seña de nerviosismo
  • Las preguntas iban más enfocadas a su carácter como político que a su gestión municipal
  • Las cuestiones de dos chicas de 18 años, las únicas que le pusieron en apuros

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Candidato parece, pero alcalde es. "Si quieres hacen sonreír a Dios, cuéntale tus planes", ha respondido Alberto Ruiz-Gallardón a una ciudadana de Palma de Mallorca que ha intentado sonsacarle lo que la mayoría de los ciudadanos que estaban sentados en los estudios Buñuel sospechaban: que el político que tenían enfrente aspira a ser algo más que el regidor de la capital de España.

Lealtad a Mariano Rajoy, sueños agradables con Esperanza Aguirre y evitar todo tipo de estridencia, desde el PSOE hasta el locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos. Entre medias, expresiones cogidas del contrario -'España plural' para hablar contra el plan Ibarretxe- y halagos hacia el suegro franquista, en la que quizá fue la pregunta más 'a contrapelo' de la noche.

Guión aprendido

El guión estaba claro: tras el congreso de junio, Gallardón se siente más a gusto aún en el PP, considera que Rajoy debe ser el próximo presidente del Gobierno y apuesta por acuerdos en los temas básicos con los grandes partidos.

Eso sí, para no molestar por la derecha, no tocará la ley del aborto, no le gusta Educación para la Ciudadanía y no cree que se haya hecho nada mal en el tema del hospital Severo Ochoa de Leganés con los cuidados paliativos.

La música que sonaba era otra: en los aplausos cerrados tras las respuestas, en el mismo tono de las preguntas, en la forma en que Gallardón evitaba cualquier palabra gruesa contra nadie.

 

Domino del escenario

Gallardón dominaba el escenario como si estuviese en casa de toda la vida. La única seña de su nerviosismo, su interés por sacarse el bolígrafo del bolsillo interior de la chaqueta para apuntar algo inexistente, quizá poner una marca de 'correcto' a cualquiera de las 27 preguntas a las que ha contestado con una solvencia casi insultante. 

Para ello ha contado con la colaboración de los ciudadanos, que han mostrado en su mayoría una actitud positiva hacia el alcalde, convertido casi más en representante de los políticos -quizá por aquello de que es de centro- que en un regidor al que preguntar por su gestión.

Cuestiones que empezaban con frases como "usted es un hombre de centro y está bien valorado", o "si tuviese que elegir entre los Juegos Olímpicos y la Presidencia del Gobierno, ¿con qué se quedaría?".

Jóvenes rebeldes

Las únicas heroínas' que han tratado a Gallardón con una insolencia que se ha agradecido han sido dos estudiantes de 18 años. Una, Marta Barrera, madrileña que le ha preguntado por algo que sí está realmente a su alcance, los túneles de la M-30 y su inundación.

La otra, la gallega Mallo Rodríguez, una joven que no cree en los políticos y a la que el alcalde ha querido convencer de la necesidad de que haya gente que quiera cambiar las cosas.

"Yo empecé en política por rebeldía", le ha dicho tras invitarle "a dejar de ser espectadora, no protagonista", a la que ella ha respondido con un categorico "como político no, gracias".

Ella ha sido una de las pocas que se ha resistido ante el encanto del regidor madrileño, por eso hasta el final se ha referido a ella y a su desinterés por los políticos. Si tras el programa ha logrado convencerle, quizá habrá ganado un voto, aunque no se sabe para cuando.