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Ehud Olmert, el primer ministro accidental que no aprovechó su oportunidad

  • Sus 32 meses de mandato han estado marcados por varios casos de corrupción
  • Fue muy criticado por la guerra contra Hizbulá, la milicia libanesa a la que no ganó
  • Deja el cargo sin haber ceerrado un acuerdo de paz con los palestinos

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El primer ministro israelí no se presentará a la reelección como líder de su partido.
El primer ministro israelí, el día que tiró la toalla, el pasado 29 de julio.

Ehud Olmert, que este domingo ha presentado su dimisión como primer ministro de Israel, pasará a la historia como un político segundón que llegó a la jefatura del gobierno de manera accidental y no supo aprovechar esa oportunidad.

De 63 años, Olmert se ve obligado a abandonar el cargo tras sólo 32 meses al frente del Gobierno y una gestión que estuvo dominada por dos acontecimientos -uno militar y otro diplomático- y los incesantes escándalos de corrupción que finalmente le hicieron caer.

El acontecimiento militar fue la Segunda Guerra del Líbano contra la guerrilla Hizbulá, en el 2006, tras la que afloraron las primeras críticas de su gestión por el fracaso del Ejército israelí al intentar desmantelar a un grupo armado muy inferior en número y pertrechos.

Una comisión de investigación responsabilizó a Olmert del fracaso de forma personal, lo que, sin embargo, no le convenció de abandonar un sillón que a todas luces parecía venirle grande.

Sus detractores le recordaron la forma en la que había llegado al cargo: la inercia política de una sucesión obligada por el infarto cerebral que en enero de 2006 sufrió su predecesor, Ariel Sharón, a quien había seguido del Likud a Kadima dos meses antes.

Pero la puerta de "posible heredero" se le había abierto en el 2004, durante los preparativos de la evacuación de Gaza, cuando defendió la retirada ante la opinión pública local.

En marzo del 2006 revalidó su mandato en unas elecciones generales en las que Kadima fue la formación más votada, pero tuvo que formar gobierno de coalición con otras fuerzas.

El otro proceso más significativo de su gestión como primer ministro es sin duda la restauración de las relaciones con la Autoridad Nacional Palestina y de las negociaciones de paz, lanzadas oficialmente en la conferencia de Annápolis, de noviembre del 2007.

Las partes se plantearon alcanzar para finales de este año, o enero del 2009 como muy tarde, un acuerdo de paz que propiciaría el establecimiento del Estado palestino, un objetivo que se ve ahora truncado por los retrasos típicos de este tipo de negociación y por la crisis política que desataron las sospechas de corrupción contra Olmert.

La policía tiene abiertas varias investigaciones, entre ellas una por una operación urbanística que le reportó pingües beneficios.