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El Medio y el Lejano Orientes se postulan para luchar por la Concha de Oro en San Sebastián

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'Aruitemo, aruitemo' se perfila como candidata a la Concha de Oro

La 56ª edición del Festival de cine de San Sebastián se pone japonesa. Después de elegir a un japonés (Masato Harada) para formar parte del jurado y de dedicar una retrospectiva al cine japonés (Japón en negro), el cineasta Hirokazu Kore-Eda se convierte en firme candidato a premio en el palmarés final.

Kore-Eda ha presentado Aruitemo, aruitemo, drama familiar que salva el sentimentalismo a través de la comedia y que ha sido proyectado en una Sección Oficial que este miércoles incluye también un esperanzador retrato de la realidad palestina, Eid Milad Laila (Layla's birthday, "El cumpleaños de Layla").

El cineasta japonés estuvo hace dos años entre los favoritos para ganar la Concha de Oro del certamen con su anterior película, Hana, y vuelve a intentarlo con fuertes argumentos con Aruitemo, aruitemo, en la que analiza la incomunicación entre padres e hijos "a través de objetos cotidianos y sin abusar del melodrama", ha asegurado ante los medios.

Incomprensión intergeneracional

Una sandía o un pijama desencadenan pequeños acontecimientos que esconden grandes verdades en las 24 horas de vida de un hombre que acude a una incómoda y poco deseada reunión familiar.

La imbatible figura de su hermano muerto, primogénito del clan, condena a la desidia su relación paterno-filial, aunque la imperfección de su vínculo afectivo no impide que se mantenga una herencia vital entre padres e hijo en este drama con toques de humor y guión del propio Kore-Eda.

A pesar de inspirar buena parte de los diálogos en los propios recuerdos de su madre, fallecida hace tres años, el director no ha permitido que "los sentimientos personales mermaran la objetividad" del relato, tal y como ha explicado el realizador de Nadie sabe.

Otro retrato cotidiano... este en Palestina

Dentro de la Sección Oficial, Rashid Masharawi desarrolla en 70 minutos de metraje un esperanzador retrato de la realidad civil palestina en Eid Milad Laila, en la que recoge la mirada de un juez obligado a ejercer de taxista ante la caótica situación del gobierno de su país.

También es necesario un solo día, el del cumpleaños de su hija, para que las experiencias de este conductor sirvan al director y guionista para mostrar un país en permanente estado de confusión.

"Tras 60 años de ocupación israelí, es mejor mirar al resultado que dicha ocupación arroja sobre el pueblo más que analizar el conflicto en sí", ha apuntado este miércoles Rashid Masharawi.

Esta coproducción palestina con Holanda y Túnez no está exenta de cierta ironía en su propuesta y en ella se encuentra "el absurdo de la situación palestina" que aporta la realidad y un esperanzador final que añade el cineasta.

Una sala de cine para cuatro millones de palestinos

Masharawi ha logrado convertirse en figura de peso en el circuito internacional de festivales a pesar de partir de una industria cinematográfica palestina "que cuenta con una única sala de exhibición para 4,5 millones de habitantes", ha remarcado.

Por eso esta cinta se ha rodado sin un equipo técnico específico, "sino con aparatos similares que vamos construyendo para cada proyecto", ha explicado el cineasta ante los medios congregados en San Sebastián. "Cada nueva película se convierte así en una aventura", ha dicho.

A pesar de no ahondar tanto en esta película el conflicto como en las vivencias del ciudadano de a pie, el director considera que el conflicto interno entre Al Fatah y Hamas hace imposible una resolución de su enfrentamiento con Israel: "Si no somos capaces de lograr la paz entre nosotros, ¿Cómo vamos a hacerlo con otro país?", se pregunta.

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