Obama arrincona a McCain con Irak, la crisis y Zapatero
- La economía centra un debate en el que solo se iba a hablar de política exterior y seguridad
- Obama cuestiona la experiencia internacional de McCain con Zapatero como ariete
- El candidato demócrata presenta a McCain como el heredero de Bush empantanado en Irak
- Obama saca a relucir las meteduras de pata de McCain ante la crisis
- McCain apela a su experiencia y exhibe que fue torturado en Vietnam
- McCain no pierde los nervios pero apenas mira a Obama.
- El candidato republicano califica a Irán como la mayor amenaza para EE.UU
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Más que el empate técnico previsto por los expertos, ha sido una victoria por puntos para Obama. El candidato demócrata ha perseguido tres objetivos: presentar a McCain como heredero de Bush, hacerle corresponsable del caos financiero y desmontar su supuesta ventaja en polítca exterior.
El debate internacional nos ha tocado de cerca. Obama ha reprochado al republicano que ignore que España es un aliado de Estados Unidos y que no haya aclarado si se reuniría con Zapatero. McCain no ha entrado al trapo. Obama ha descargado la artillería en el flanco más previsible: Irak. Su factura es evidente, en vidas y en recursos dilapidados a costa de la inversión, la educación o la cobertura sanitaria para los americanos. McCain insiste en vencer primero, reprocha al rival que no reconozca que han mejorado las cosas pero pasa de puntillas sobre el coste de la aventura. Con todo, su titular en política exterior es otro: Irán representa la mayor amenaza para la seguridad de Estados Unidos, asegura. Y al final, un alivio de ambos: las cosas están mejor que el 11-S.
Pero el tema estrella ha sido la crisis financiera. El primer plato del debate ha copado un tercio del cara a cara. Cuarenta minutos. Obama ha entrado a degüello: la crisis es el veredicto final de ocho años de fracaso de las políticas de Bush, apoyadas por McCain. Ha sacado a relucir sus meteduras de pata cuando estalló el vendaval, aquello de que los fundamentos de la economía eran sólidos. También su responsabilidad, como parte del sistema encargado de controlar la codicia y los excesos. McCain ha tildado a Obama de izquierdista y despilfarrador.
Los dos candidatos están a favor del plan de rescate, aunque con matices. Obama ha subrayado las enmiendas que quieren introducir los demócratas: ni un centavo para pagar las indemizaciones de los ejecutivos y ayudas a cambio de activos. McCain mantiene la ambigüedad sobre su respaldo final, atrapado entre dos fuegos: las divisiones entre los congresistas republicanos y el rechazo popular.
McCain no pierde los nervios y Obama consigue aparecer más próximo.
En un debate televisivo, las formas son tan importantes como los contenidos. En este capítulo, Obama sale ligeramente mejor parado. La primera en la frente: comparación de estaturas y edad cuando los dos candidatos se han estrechado la mano. La segunda se esconde en el lenguaje corporal: Obama ha mirado durante todo el cara a cara a su rival. McCain ha esquivado la oferta y sólo se ha dirigido al moderador. La guinda, al final. Obama ha ganado la iniciativa y se ha acercado más rápido a despedir al contrario. Y durante todo el debate, una constante: Obama ha sonreído mucho más que su adversario.
Ninguno de los dos candidatos ha cometido errores de bulto en la imagen. McCain no ha perdido los nervios. Su mal genio ha estado templado. Obama ha conseguido evitar la suficiencia que le ha costado cara en otras ocasiones. El republicano no ha abroncado al demócrata. Obama no ha divagado.