Haider, un populista con matices xenófobos
- Hijo de militantes nazis
- Siempre ha defendido una "Austria para los austriacos"
- En 2000 tomó parte en un Gobierno de derechas
Jörg Haider se dio a conocer en Europa a través de su demagogia populista de tintes xenófobos y su ambigüedad respecto al nacionalsocialismo, pese a que en los últimos años moderó sus discursos para atraer a los votantes democristianos.
Su entrada en 2000 al Gobierno austríaco encabezado por el conservador Wolfgang Schüssel desencadenó una medida única de 14 miembros de la Unión Europea (UE) contra uno de sus socios: congeló durante ocho meses los contactos bilaterales con la república alpina.
La muerte de Haider se produce cuando había vuelto a la primera plana de la política nacional, capitaneando la Alianza para el Futuro de Austria (BZÖ), la formación más exitosa de los pasados comicios, cuando triplicó el número de escaños en el Parlamento y logró más del 10 por ciento de los votos.
Desde 1999 había sido gobernador del sureño estado federado de Carintia, donde contaba con cotas de popularidad próximas al 45 por ciento.
Sin embargo, su imparable ascenso en la política austríaca se debe a otras siglas, al Partido Liberal (FPÖ), del que asumió la jefatura en 1986 y al que llevó en 1999, con casi un 27 por ciento de los votos, al mejor resultado de su historia ante el estupor de toda Europa.
El hijo del zapatero
Casado y padre de dos hijas, Haider nació en el seno de una familia modesta en la localidad de Bad Goisern, en el Estado de Alta Austria. Su padre, zapatero, militó en las tropas de asalto nazis (SA), una organización paramilitar, y su madre fue una de las líderes locales del partido nacionalsocialista.
Entre 1969 y 1973, Haider cursó estudios de derecho y se doctoró por la Universidad de Viena, donde inició también su militancia en el FPÖ, entonces una formación liberal que carecía de relevancia.
Con su elección en 1986 como presidente del partido, Haider cambió la línea política e inició una carrera ascendente, favorecida por la labor en la oposición contra los repetidos gobiernos de la gran coalición entre democristianos y socialdemócratas que han dominado la política austríaca en los últimos decenios.
Su objetivo siempre fue acabar con los partidos mayoritarios y para ello desplegó una brillante retórica y una demagogia que le hizo famoso, atrayendo a la gran mayoría de los votos de protesta y de los descontentos.
Con el FPÖ conquistó gran parte del voto obrero, tradicionalmente fiel a los socialdemócratas, con un campaña xenófoba que atizó y aprovechó los temores a una inmigración masiva procedente de los países del Este de Europa, así como a la defensa de las "raíces austríacas" frente al peligro de la "islamización" de la sociedad.
Pero además logró un nuevo modelo de político ultraderechista que ha influido en el resto del continente: fotogénico, dinámico y ambiguo, capaz de envolver las aristas más duras de sus ideas en unas maneras suaves.
Con esta calculada ambivalencia y con las intención de defender al "hombre de la calle" de los excesos del capitalismo- él mismo era un millonario terrateniente en Carintia-, ha conseguido renovar las bases de la ultraderecha, que ya no está nutrida de viejos nostálgicos del nazismo, sino de mucha gente joven.
Pero no fue el populismo de Haider lo que escandalizó a la clase política internacional, sino sus reiterados coqueteos con los simpatizantes neonazis y los nostálgicos del Tercer Reich.
Cuando aseguró en la década pasada que "en el Tercer Reich se practicó una política de ocupación correcta" y calificó de "centros penales" a los campos de concentración nazis, se levantaron oleadas de indignación en todo el mundo.
En 1995 Haider pronunció un discurso en una reunión de veteranos de las sanguinarias SS en Carintia, donde afirmó que "es bueno que en este mundo todavía haya personas decentes, de carácter, que defienden sus convicciones y que se han mantenido hasta hoy fieles a ellas, pese a tener en contra los más fuertes vientos".
En el año 2005 creó una formación, el BZÖ, escindida del FPÖ, a la que logró aupar en las elecciones parlamentarias de septiembre con una campaña personalista hasta el cuarto puesto de la política austríaca con un 10,7 por ciento de los votos, justo detrás del FPÖ de Heinz-Christian Strache, que logró un 17,5 por ciento.
Con el BZÖ jugó a la moderación para atraer votos conservadores y en su última entrevista avisó incluso sobre "las señales que Strache (líder del FPÖ) envía a los neonazis".
Aun así, Haider había dejado claro que deseaba una "Austria para los austríacos" y había defendido expandir al resto del país la prohibición de edificar mezquitas y minaretes, algo que ya está en vigor en Carintia, la región de la que era gobernador.
"Tenemos que proteger nuestros valores, la cultura mayoritaria y nuestras tradiciones de la creciente islamización", argumentó un sonriente Haider en miles de carteles electorales en las pasadas elecciones