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La carrera a la Casa Blanca no está zanjada

  • Los sondeos tras el último debate acortan la ventaja de Obama a unos 7 puntos
  • McCain necesita el voto obrero blanco para llegar con opciones al 4 de noviembre
  • Sólo Reagan consiguió remontar una diferencia tan amplia a estas alturas de campaña
  • Los demócratas recrudecen su ofensiva en los estados clave como Florida y Virginia
  • Toda la información de la carrera hacia la Casa Blanca en el especial de RTVE.es

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Obama le saca casi siete puntos de media a McCain. Parece mucho pero va encogiendo. Y las dos cosas, ventaja y tendencia, importan.

Por partes. Desde 1936, sólo un candidato ha remontado una ventaja tan amplia a estas alturas de la campaña. Fue Ronald Reagan, que recuperó los ocho puntos que le sacaba Jimmy Carter. Y lo consiguió precisamente en el único debate que tuvieron en 1980. Aunque el precedente tiene sus limitaciones: no es McCain quien ocupa el lugar de Reagan sino Obama. Carter representaba al partido instalado en la Casa Blanca y Reagan se ofrecía como alternativa.

De ahí que los estrategas de McCain reconozcan que para tener una posibilidad real de ganar, el republicano debe reducir la brecha a menos de tres puntos porcentuales. Una distancia que es justamente la que da Investor's Business Daily/TIPP. La empresa que clavó el resultado de las elecciones en 2004.

La tendencia que reflejen los sondeos de aquí al 4 de noviembre es tanto o más importante. Los votantes ya miran con lupa a los candidatos y esta semana que acaba es crucial para calibrar las posibilidades de cada uno. Si Obama consigue mantener o aumentar la ventaja que le daban los sondeos el pasado domingo -siete puntos-, tiene el camino libre a la Casa Blanca. McCain, por contra, tiene que ir a por todas. Aunque sus posibilidades dependen más de un error garrafal de Obama o de un atentado terrorista que dé la vuelta a las preocupaciones de los estadounidenses.De momento, los sondeos acortan la ventaja de Obama, pero habrá que esperar hasta el domingo para completar la evolución. Y hay más incógnitas por resolver. Gallup señala que el número de indecisos estas elecciones se ha duplicado. Washington Post/ABC recoge que el 45% de los encuestados no consideran a Obama suficientemente cualificado para ser presidente. Un matiz que subraya el arquitecto político del actual presidente, Karl Rove. Son siete puntos más que los que tenía Bush y es la peor valoración de un candidato desde el 56% de Dukakis (1988).

Otra señal a tener en cuenta: el interés por estas elecciones es muy alto. Los tres debates presidenciales han tenido la mayor audiencia desde 1992, cuando se enfrentaron Bill Clinton y Bush padre. El último cara a cara Obama-McCain ha rondado los 60 millones de espectadores, seis millones menos que el segundo, con un formato similar al Tengo una pregunta para usted. Pero, ojo, el record de esta temporada ha sido el debate entre los candidatos a la vicepresidencia. El encuentro del 2 de octubre entre Biden y Palin, con guiño incluido de la gobernadora a la cámara, atrajo a 73 millones.

La lucha en las próximas dos semanas

Los demócratas han emprendido una fuerte ofensiva para arrebatar a los republicanos varios bastiones. Disponen de más fondos, más del doble que la campaña de McCain, y han abierto cuña en Florida, Colorado, Virginia o incluso en la ultraconservadora Carolina del Norte. Con tanto éxito que han dado la vuelta a las preferencias de los votantes en varios feudos. Hasta el punto que los republicanos han tenido que abandonar estados como Michigan y concentrar sus recursos a la defensiva.

Obama ataca este fin de semana en varios estados clave. El viernes da mitin en Roanoke, Virginia, un bastión conservador. Obama trata de acabar con 44 años de reinado republicano y quiere convertirse en el primer demócrata que se lleva el estado desde Lyndon B. Johnson. Para ello, ha abierto el triple de oficinas, ha contactado a decenas de miles de votantes potenciales y ha ayudado a registrarse a casi medio millón de nuevos electores este año. El sábado estará en Misuri y el domingo en Carolina del Norte.

No es casual. Misuri es uno de los mejores indicadores de quién ganará la Casa Blanca. Sólo se ha equivocado una vez, en 1956. Quizás porque Misuri es una buena mezcla del Sur y del Norte, de la América urbana y rural. De momento, no está claro el resultado. McCain aventaja ligeramente a Obama pero dentro de los márgenes de error de las encuestas. Carolina del Norte puede ser la sorpresa en estas elecciones. Bush la ganó en las últimas por el 56%. Pero a día de hoy, el estado es un toss-up. La guinda para Obama sería conquistar Virginia Occidental, que representa una de las incógnitas sociológicas del país: ¿porque los blancos de clase baja votan en contra de sus intereses y apoyan a los republicanos?

McCain lo sabe y se defiende detrás de sus líneas: Ohio, Misuri, Virginia y Florida. Este sábado irá al condado de Prince Williams, para tratar de minar el apoyo de Obama en el norte de Virginia. El viernes está en Melbourne, Florida. Los segundos espadas también dan juego. Biden hará campaña en Nuevo México y Nevada. Palin en Ohio e Indiana y probablemente acudirá al Saturday Night Live, un programa de humor que puede decantar hasta un diez por ciento de los votos. Aunque quizás no sea en el bando que le gustaría a la gobernadora de Alaska, dadas sus credenciales.

En cualquier caso, conviene recordar que para ganar la Casa Blanca, lo que cuenta es el número de delegados en el Colegio Electoral. Hacen falta más de 270. Según RealClearPolitics, si hoy se celebraran las elecciones, Obama se llevaría al menos 286. De sobra. Más ajustada es la ventaja que le da el NYTimes: 277. Pero suficiente también. La última esperanza republicana se esconde en el racismo y los 'blue collars'

Los republicanos se aferran al efecto Bradley, según el cual un porcentaje de los electores miente en las encuestas para ocultar su racismo. De ser así, el afroamericano Obama recibiría menos votos que los que le adjudican los sondeos. Sin embargo, el efecto Bradley está aún por demostrar y lo que fue válido en 1982, cuando Tom Bradley perdió las elecciones a gobernador de California a pesar de liderar las encuestas previas, tal vez ya no lo sea.

Demasiado etéreo para servir de clavo ardiendo. Por eso los estrategas de campaña se están concentrando en los blue collars. Los trabajadores, en este caso blancos, de las ciudades industriales en decadencia. También del campo. Menos educados que la media. Y más castigados que nadie por la crisis financiera. Joe el Fontanero representa bastante bien este arquetipo.

El problema es que Joe ya era republicano, no tiene licencia de fontanero, le debe a Hacienda más de mil dólares y confía en ganar más de 250.000 dólares al año. Son 185.000 euros al cambio actual, el doble de lo que gana el vicepresidente Solbes y bastante más que el presidente del Gobierno español. ¿Mucho para un fontanero en EE.UU? Pues sí. La inmensa mayoría de los pequeños empresarios ganan bastante menos. Y a ellos va dirigida la promesa de Obama: respiro fiscal para los que ingresen menos de un cuarto de millón de dólares.

McCain bromeaba en la cena benéfica del Waldorf Astoria con que iba a despedir a todos sus asesores y dejar el trabajo a este Joe. Pues eso, bromeaba. La estrategia real pasa por decidir a todos estos votantes indecisos y la diana incluye también a los mayores, asustados por las pérdidas sufridas en sus fondos de pensiones.

Y desde luego, McCain puede imprimir un cambio radical a su campaña. Dado que tiene 72 años, puede comprometerse a un sólo mandato, lo que reforzaría su imagen de disidente y le dejaría las manos más libres para acometer reformas. O incluso podría ir más lejos y repudiar a Bush. Le permitiría desmarcarse de su pesada herencia pero es algo que no tiene precedentes.

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