Los acusados de quemar viva a una indigente dicen que sólo querían "molestar"
- Comienza el juicio por apalear y quemar viva a una indigente en Barcelona en 2005
- Los imputados acusan a un menor que iba con ellos y que ya fue condenado
- Oriol P. dice que nunca "había esperado que la mendiga muriera"
- Asegura que él sólo quería "que saliera del cajero" porque "olía mal"
- Ricard P., el otro acusado, dice que sólo querían molestar "como una mosca"
Los dos jóvenes acusados de haber quemado viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona en diciembre de 2005 han asegurado que sólo pretendían "molestar" a la mendiga, no hacerle daño y mucho menos matarla, y han culpado del crimen al menor que los acompañaba, ya condenado por los hechos.
Oriol P. y Ricard P., que afrontan sendas condenas a 28 años de cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento por haber quemado viva a la mendiga, han reconocido que estuvieron "increpando y molestando" a la mendiga, que dormía en un cajero de la calle Guillem Tell de Barcelona, lanzándole varios objetos que no llegaron a alcanzarle, pero que su propósito era sólo "hacer el tonto" y nunca causarle daño.
Los dos jóvenes han desviado la culpa hacia Juan José M., el menor que los acompañaba y que desde el año 2006 está cumpliendo la condena de ocho años de internamiento, la pena máxima para su edad, que se le impuso en una sentencia de conformidad después de que reconociera los hechos que se le imputaban.
En el juicio, que acaba de comenzar en la Audiencia de Barcelona, Oriol P. ha asegurado que él nunca se "había esperado que la mendiga muriera y ha dicho que en ningún momento tuvieron la intención de "hacerle daño".
Según su versión de los hechos, fue Juan Jose M., el menor ya condenado por el crimen que acompañaba ese día a los dos acusados, el que cogió el bidón con disolvente y entró con él en el cajero. Oriol P. ha asegurado que no se percató de lo que hizo Juan José M. con el bidón y no supo que la víctima había muerto hasta que lo dijo la Policía cuando lo detuvo.
El procesado, que en todo momento se ha referido a la víctima como señora o señorita Endrinal, ha dicho que nunca ha sido "racista ni clasista" y ha negado que sonriera cuando se produjo la explosión del bidón de disolvente que mató a la indigente, como se puede ver en la grabación de las cámaras de seguridad del cajero. "Es una noche de la que no quiero acordarme", ha añadido Oriol P.
En todo momento, "no había intención de provocar, sólo de molestar, como una mosca que se te posa en la nariz", ha ejemplificado Ricard P., que también ha afirmado que en su vida ha agredido a nadie, "ni a sin techo ni a otro tipo de persona".
El culpable, el menor
Los acusados se fueron de fiesta con unos amigos, entre los que se encontraba Juan José M., y, tras separarse de ellos, pasaron ante el cajero automático, donde, según la versión de los procesados, el menor decidió convencer a la mendiga de que le dejara entrar para sacar dinero, aprovechando que ella no lo relacionaría con los otros dos jóvenes.
De acuerdo con su versión, tras molestar de nuevo a la indigente, a la que tiraron unos objetos de cartón, fue el menor quien, por propia iniciativa, resolvió "darle un susto", por lo que cogió un bidón de disolvente de un saco de escombros cercano y roció con el líquido el suelo del cajero que, de repente, estalló en llamas, sin que ellos vieran cómo se produjo la explosión.
Cuando abandonaban el cajero, todavía escucharon los insultos que les profería la mendiga fallecida, por lo que, afirman, se fueron pensando que la mujer había salido con vida del cajero y no se enteraron de su muerte hasta que los detuvo la policía.
La petición del fiscal
El fiscal pide 28 años de cárcel para cada uno de los dos jóvenes que presuntamente apalearon y quemaron viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona a finales de 2005. Los acusados, que se sientan hoy en el banquillo, serán juzgados por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, y otro de daños.
Un tercer chico, que tenía 16 años cuando ocurrieron los hechos, fue condenado a ocho años de internamiento en régimen cerrado -la pena máxima prevista por la Ley del Menor-, que cumple en el centro de menores de Els Tillers, en Mollet del Valls (Barcelona), y a otros cinco de libertad vigilada.
El Ministerio Fiscal y la familia -que, como La Caixa, se ha personado como acusación particular, mientras que el Ayuntamiento se presenta como acusación popular- piden que se condene a Oriol P.S. y Ricard P.B., que entonces tenían 18 años, a 25 años por asesinato con alevosía y ensañamiento y a otros tres por un delito de daños, pues el cajero quedó completamente quemado.
Asimismo, la Fiscalía solicita que indemnicen a la madre y la hija de Rosa María E.P. con 98.000 euros y que compensen a la entidad bancaria con 26.717 euros por los desperfectos ocasionados en el cajero del número 28 de la calle Guillem Tell, en el que entró sobre las 22 horas para pasar la noche.