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Virginia, cabeza de playa demócrata en el Sur republicano

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John Mapplethorpe es director de una sucursal en Leesburg, Virginia. Recibe a cada uno de sus clientes a la puerta del banco. Rubicundo, rebosa amabilidad y simpatía. Anglosajón, pesa sus buenos cien kilos y es republicano. Lamenta no haber podido asistir al mitin de la candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin, en su ciudad. Pero es lunes, son las nueve de la mañana y el negocio es lo primero.

Eso no impide que de vez en cuando eche una mirada de reojo al monitor de televisión, donde retransmiten en directo el discurso de Palin. Y se le escapa un gesto de asentimiento cuando el público grita: "Use your brain, vote McCain" (usa tu cerebro, vota por McCain).

John quiere guardar el anonimato para no herir susceptibilidades en su comunidad, pero el hecho de ser entrevistado para un medio extranjero facilita las cosas. Sus preferencias son inequívocas. Apoya a McCain porque está convencido de que bajará los impuestos. Todo lo contrario que Obama.

No es que esté contento precisamente con la crisis financiera. Muchos de sus clientes han visto evaporarse los ahorros de toda una vida. En Estados Unidos es mucho más frecuente invertir en bolsa. Y la debacle de Wall Street ha hecho mella en la ciudad. Clase media acomodada. Aún así, John considera que McCain enmendará los errores de Bush.

John no se cree las encuestas, que dan una ventaja de unos siete puntos a Obama en este Estado. Piensa que la gente miente en los sondeos y prefiere hacer caso a sus propias fuentes. Obama es negro y es políticamente incorrecto pronunciarse públicamente en su contra. Pero la realidad es la que es en Virginia. Construida sobre el pecado original de esta nación: la esclavitud.

La inmigración da un vuelco demográfico

James Fradkin es matemático aunque su pasión sea pintar al óleo. Trabaja para una gran compañía de software. Se vino de California hace unos años. La industria de armamento y sus empresas auxiliares son uno de los pilares económicos del estado y ofrecen buenos sueldos. James forma parte de la élite inmigrante que ha cambiado la demografía del estado.

Especialmente en el norte, donde se extiende el área metropolitana de Washington. Durante 40 años, Virginia ha votado republicano. Bush ganó aquí por ocho puntos de ventaja. Pero James sí cree en el cambio que anticipan las encuestas. Un vuelco inédito desde Lyndon B. Johnson.

No sólo por el aire nuevo que han aportado los intelectuales como él. James está convencido que incluso los militares están hartos. Y su voto es importante en Virginia, con una de las mayores concentraciones de bases del país. Desde los años 60, los militares han votado en su mayoría republicano. Se sienten más cómodos con el enfoque del Viejo Gran Partido en cuestiones de seguridad nacional.

Pero James recuerda que son ellos y sus hijos los que mueren en la guerra de Irak. En este país es tabú criticar a las tropas, pero de puertas adentro, el descontento se extiende igual que el cambio que propone Obama. Quizás James peque de exceso de optimismo, porque los sondeos revelan que persisten las dudas sobre la capacidad de Obama para ser Comandante en Jefe.

Tal vez, porque McCain resiste a duras penas en el sur del estado, mucho más rural y anclado en la tradición. Aquí los negros eran esclavos, sin derechos, aunque sumaran a la hora de determinar el número de delegados. Trece para Virginia. Peso medio, lejos de los 55 de California o los 34 de Texas, pero bastantes más que el mínimo de tres de las dos Dakotas o Alaska.

James admite también que algunos electores blancos mientan sobre sus preferencias. Pero cree que el voto afroamericano compensará con creces el engaño. Y de hecho, la ofensiva publicitaria de Obama ha minado la fortaleza republicana en las zonas rurales.

Las dos Américas se enfrentan en Virginia

Norte y Sur; campo y ciudad. Dos universos distintos. Basta con ver las encuestas. Obama arrasa en los núcleos urbanos con un 63% en la encuesta de IBD/TIPP, la empresa que clavó el resultado de las últimas elecciones. En las zonas rurales, las preferencias se dan la vuelta y es McCain quien rebasa el 61%. También en los suburbios, donde se lleva el 50%.

Y sin embargo, la campaña de Obama va minando poco a poco los bastiones republicanos. En Virginia, los demócratas han abierto casi 50 oficinas y han reclutado a miles de voluntarios. El esfuerzo por captar a los cinco millones de votantes registrados empieza a dar sus frutos.

Si hace un mes Obama aventajaba a McCain por apenas tres puntos entre los votantes indecisos, a menos de una semana para las elecciones, la brecha se ha ampliado a ocho, según la encuesta del Washington Post. Más espectacular es el progreso entre los votantes blancos universitarios. Obama ha remontado completamente el déficit de 30 puntos que tenía y ahora está empatado con el candidato republicano.