"Pensé que era un terremoto"
- Ramón Salaverría, profesor de la Universidad de Navarra, cuenta cómo vivió el atentado
- Cree que ETA quería hacer una matanza al colocarlo en ese lugar y explosionarlo a esa hora
- El material del edificio y el tiempo ayudaron a que no hubiese víctimas mortales
Mientras escribía un par de correos electrónicos en su despacho, Ramón Salaverría sintió un pequeño temblor en el suelo. Por un momento, quiso pensar que era un pequeño terremoto, porque la zona donde está la Universidad de Navarra registra una cierta actividad sísmica.
Entonces miró el reloj de su ordenador y supo con claridad que aquello no se trataba de un corrimiento de tierras: eran las once de la mañana, una hora ideal para que estallase una bomba con temporizador.
Al temblor le siguió un estruendo y al estruendo las primeras sirenas. Cuando bajó a la puerta de la Facultad de Comunicación, los alumnos salían ordenadamente del recinto universitario, mientras una columna de humo negro inundaba el cielo a apenas unos 200 metros.
Unos cien metros más adelante, algunos de sus compañeros han visto cómo los cristales de su despacho se han roto por la explosión y han terminado agachándose para no salir heridos.
Elementos para una masacre
"Han pretendido hacer una masacre", concluye este profesor de periodismo especializado tras analizar todos los elementos que han concurrido en la explosión de este jueves.
El primero de ellos es el lugar. Desde el atentado perpetrado en 2002, el acceso a los aparcamientos de la Universidad es restringido para profesores y alumnos... excepto en el que la banda terrorista aparcó el coche bomba.
"El lugar donde está colocado el coche es un sitio con mucho tránsito, porque allí está la secretaría de la Universidad, donde los alumnos se matriculan", detalla Salaverría, que observa que los terroristas tuvieron que aparcar el vehículo antes de las nueve de la mañana, porque el sitio donde estaba es de los más solicitados de esa zona de entrada libre.
El segundo dato es la hora, la de máxima circulación de alumnos por el recinto universitario. "Es más grave que sea a las once que a las once y veinte, porque la hora de intercambio de clases de menos cuarto a las en punto. A partir de esa hora, la Universidad está mucho más parada", subraya Salaverría.
Sin aviso
Además, aunque hubo un aviso previo a la DYA de Álava, la alerta nunca llegó al campus navarro. "Mi despacho está al lado de la secretaría de la Facultad de Comunicación y no llegó ningún aviso", relata Salaverría, que cree que tampoco pudo llegar al Rectorado, porque habría informado a su centro de forma inmediata.
Y es que en ese centro los avisos de bomba se toman muy en serio. Ya han sufrido cinco ataques, dos de ellos vividos por Salaverría. El último, en 2002, tiene ciertos paralelismos con el de este jueves, pero con algunas diferencias importantes: hubo aviso previo, fue por la tarde y en una época del año en la que el campus estaba mucho menos transitado.
Circunstancias favorables
En este caso, para que no hubiese víctimas ayudaron otro tipo de circunstancias. Po ejemplo, el que el material del edificio en concreto que estaba junto al coche fuese de granito, lo que evitó que se desplomase sobre el personal administrativo que lo habitaba.
Además, las circunstancias metereológicas: el mal tiempo, la lluvia y el frío evitó que ningún estudiante se parase por el camino en el cambio de clase, alejándose sin saber que estaban salvando sus vidas del aparcamento donde explotó el coche.
"Hoy ha habido un milagro", cree Salaverría, que ha abandonado el campus a las dos de la tarde.
Una hora antes, mientras veía cómo el humo negro se volvía blanco gracias a la acción de los bomberos, escribía en su blog, que normalmente habla de ciberperiodismo y tecnología, su respuesta a ETA: "La Universidad es el lugar del pensamiento, del diálogo, de la razón. Quienes trabajamos aquí sabemos que ese es el motivo de que quieran acabar con nosotros, pues representamos valores diametralmente opuestos a los de ETA. Y a mucha honra".