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Una herencia envenenada

  • El presidente deja un agujero de más de 11 billones de dólares
  • La crisis incubada en su mandato provoca una recesión mundial
  • Además, la guerra de Irak ha introducido el caos en Oriente Medio
  • La popularidad del ex gobernador de Texas cae a mínimos históricos
  • Abu Ghraib y Guantánamo hunden la superioridad moral de Occidente
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Los iraquíes esperan cambios

"Un liderazgo catastrófico, una calamidad, un fracaso histórico". Así valora la etapa Bush el ex asesor de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, en su libro Segunda Oportunidad: Tres Presidentes y la Crisis de la Superpotencia Americana. La peor presidencia de Estados Unidos, es el juicio del 60% de los historiadores encuestados por History News Network.

Y eso era en abril. Mucho antes de que detonara la peor crisis financiera desde la Gran Depresión. Ahora la popularidad de Bush entre sus propios ciudadanos está en minimos históricos, por debajo del 27%.

Primer legado: recesión

Gane quien gane el próximo 4 de noviembre, tendrá las manos atadas para desarrollar su política económica. Bush deja un agujero de más de 11 billones de dólares. El déficit presupuestario es de medio billón, oficialmente, porque los expertos creen probable que la cifra sea el doble. Demasiados números rojos. Y nada que ver con el superavit que dejó Bill Clinton.

La falta de regulación y la ausencia de supervisión durante la administración Bush han permitido incubar el huevo de la serpiente en forma de hipotecas subprime. No ha sido la codicia y los excesos de Wall Street, como señalaba el candidato republicano, John McCain, sino la falta de control sobre esa codicia y esos excesos. Por lo demás comunes a todas las crisis financieras.

Ni siquiera se han lucido al elaborar el plan Paulson de rescate. Al final, han tenido que copiar la iniciativa del primer ministro británico, Gordon Brown. Mejor inyectar liquidez comprando acciones de los bancos que adquirir los activos tóxicos. Entre otras cosas, porque es difícil asignar precio a algo que carece de valor.

Al margen de las recetas, la factura de la crisis financiera está aún por alcanzar su plenitud. La sequía del crédito llegará como un tsunami en forma de paro y contracción económica. Una recesión intensa y prolongada, como vaticina el Fondo Monetario Internacional.

Y vuelta al principio. Para lidiar esa crisis habrá que tomar nuevas medidas de estímulo económico, como recomienda la Reserva Federal. El problema es financiarlas. Y lo más probable es que sea con cargo a una deuda hipertrofiada que ronda ya el 80% del PIB. Alguien tendrá que comprarla. China. Y como todo el mundo está en la misma tesitura, los intereses tendrán que ser altos. Igual que la hipoteca que se deja a las futuras generaciones.

Segundo legado: un mundo más inseguro

Bush introdujo el caos de Irak en la ecuación geopolítica. No había armas de destrucción masiva. Tampoco terrorismo islamista. A cambio, su unilateralismo ha minado las instituciones internacionales y ha sembrado el mundo de antiamericanismo. Amen de las torturas de Abu Ghraib y el limbo judicial y moral de Guantánamo.

Es cierto que la situación interna de Irak ha mejorado con el refuerzo de tropas bajo el mando del general Petreus. Pero al agitar un avispero, el problema se ha extendido por todo Oriente Medio. Para empezar, el desvío de recursos hacia Irak ha menguado los esfuerzos para atajar las bases de Al-Qaeda en Afganistán y Pakistán.

Además, el caos iraquí ha dado alas al poder de Irán en la región. Su carrera nuclear es una amenaza para Occidente e Israel. Los aliados iraníes, Hezbollah y Hamas, son los principales beneficiarios de este resurgimiento. Y el desorden pasa factura en Líbano y Palestina.

Muchos retos para el próximo presidente, sobre todo, porque tendrá que afrontarlos con menos medios. La fortaleza internacional de un país depende de su fortaleza económica. La cita es de Eisenhower. Republicano.