Una democracia limitada
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El fantasma del año 2000, con el penoso recuento de Florida que dio la presidencia a George W. Bush por unos cientos de votos entre denuncias de fraude, sigue planeando sobre Estados Unidos.
Si bien es conocido que el país arrastra una de las tasas de participación electoral más bajas de las democracias occidentales, se desconocen, por lo general, requisitos, trabas y dificultades que obstruyen el proceso electoral.
En Portada ha estado sobre el terreno analizando estos problemas, que perjudican sobre todo a las minorías étnicas y, en particular, a los ciudadanos con más bajo nivel de ingresos o de estudios.
Pero además de cuestiones técnicas o burocráticas, las elecciones estadounidenses arrastran una tradición de pequeñas o grandes trampas, de ligeros o pesados fraudes, sutiles o groseras manipulaciones que no son conocidos por la mayoría de la opinión pública española.
Los medios norteamericanos más responsables han venido realizando este año llamadas de advertencia sobre las fracturas del sistema electoral y, en concreto, sobre su gestión política y administrativa, para evitar que se repitan bochornos de citas electorales anteriores. Otros trabajos e investigación de más largo vuelo acreditan problemas serios en la historia de las elecciones del país.
El reportaje, con guión de Miguel Ángel Sacaluga, se ocupa de este asunto absolutamente crucial para determinar la calidad del sistema político en EE.UU., que a la luz de lo visto podría considerarse todavía como ¿una democracia limitada¿.