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Esperando a Barack

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Obama deposita su voto

El ambiente es de fiesta, pero la gente enloquece cuando llega Barack Obama. Son las siete y media de la mañana. Llevan esperándole desde hace dos horas. Son cientos de votantes. La cola da la vuelta a la manzana donde está el Shoesmith Elementary School. Calle 50 Este. Se espera que la participación rebase el 80% en este barrio. El del candidato demócrata.

Obama viene en una caravana de tres rancheras negras. Inmensas, como son aquí los coches. Veinte minutos antes han llegado sus asesores. Entre ellos un negro de dos metros con el que entrena al baloncesto todas las mañanas. También un chico con gafas de intelectual; su mochila lleva paneles solares; es la marca de la casa.

Las medidas de seguridad son extremas. Dos helicópteros sobrevuelan la zona desde hace una hora. El servicio secreto ha peinado el barrio a conciencia. Y eso que estamos a pocas manzanas de la casa de Obama. ¿Tienen credenciales? Las que llevamos no valen. El agente nos aclara que sólo pueden entrar al colegio los periodistas que han acompañado al candidato durante toda la campaña.

Les traen en un autobús. Escoltado por una furgoneta del cuerpo de asalto de la Policía. Ni siquiera se bajan. Los municipales son mucho más asequibles. Hay uno que no para de hablar y sonreír a los cientos de periodistas que estamos a este lado de la calle. Una pequeña muestra del planeta: Japón, Alemania, Gran Bretaña, Sudáfrica, China. Y por supuesto, España.

Elisa vive en el barrio. Ya votó. Hoy sólo quiere ver a su candidato. Su marido ha cambiado de bando y también se suma a los demócratas. Aclaran que Obama acabará con la división entre izquierdas y derechas. Linda es afroamericana. También va a votar por Obama. Está segura de que ganará esta noche. Cuenta con ello, dice, mientras echa hacia atrás la cabeza en un gesto en el que no caben dudas.

¿Hay alguien que vote por McCain en este barrio? No parece. Todos muestran la misma ilusión, el mismo orgullo, la expectativa de cambio. Obama sale del colegio. La gente vuelve a enloquecer. Saludan a su candidato. Quizás en unas horas Presidente. Hace cuatro años estrechó sus manos a pie de calle. Habló con los periodistas. Esta vez es diferente. Devuelve el saludo desde el coche. La caravana parte hacia Indianápolis. El último mitin de esta campaña.

Los periodistas recogen sus trastos. Los curiosos vuelven a casa. Los votantes siguen en la cola. Enfrente, un vecino ha colgado un cartel. "Recordad, recordad, el cinco de noviembre". Mañana empieza otro capítulo de la Historia.