La fiesta (demócrata) de la democracia
- Más de 2.000 seguidores de Obama siguen su elección en el Círculo de Bellas Artes
- Música, euforia y ovaciones a medida que el nuevo presidente ganaba votos y Estados
Enlaces relacionados
Dicen que las elecciones son la fiesta de la democracia, el momento en que la soberanía del pueblo se hace terrena y encarna en un voto, en el ejercicio de una voluntad. Filosofía política aparte, la fiesta que el Partido Demócrata organizó en la noche del 4 de noviembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en loor y honor de Barack Obama alcanzó una categoría distinta, la de auténtico "sarao".
Si no fuera por la gigantesca pantalla retransmitiendo 'live' (en vivo) el especial informativo de la CNN, por algunas chapas del 'ticket' Obama-Biden o por una histriónica imitación de Sarah Palin que se fotografiaba con todo el mundo, el evento que congregó a más de 2.000 personas en el noble edificio madrileño se parecería más bien a una fiesta Erasmus en el centro de la capital que a la celebración de la victoria del 44º presidente del país más poderoso del mundo.
Porque no le faltaba ningún tópico de la fiesta "made in Spain" a la celebración organizada por Democrats Abroad, la representación del Partido Demócrata en España: bandas de música tocando en directo, copas, botellas, cristales rotos, suelos pegajosos... incluso parejas arrobadas haciéndose arrumacos por las esquinas y momentos etílicos de exaltación de la amistad, con los seguidores de Barack Hussein Obama fundiéndose en abrazos fraternos cada vez que los datos daban una nueva ventaja al candidato de Illinois.
Pocas pancartas, ninguna bandera, algunas camisetas estampadas, pero en el ambiente se retrataba al cien por cien el perfil del votante o simpatizante del candidato Obama: jóvenes, modernos, urbanos, multirraciales y globales, que lo mismo brindaban por los resultados con un discreto "Cheers" (salud) que se arrancaban con un "Obama es cojonudo, como Obama no hay ninguno".
Votos celebrados como goles
Cambio, cambio y más cambio, era el deseo que latía en todos los comentarios, que esperaban, "ansiosos pero no asustados", los norteamericanos congregados en la Sala de las Columnas, como Sheila (17 años) y su familia, de Florida.
Entre la parroquia española, observación participante, mezcla de curiosidad política y antropológica. "Vengo porque me gusta Obama, ni siquiera me gustaba la política, y por la fiesta", afirmaba Julio César, un madrileño de 19 años, que miraba con extrañeza el 'american way' de celebración.
"Estos americanos son muy sosos. Celebran los votos como si marcase un gol el Real Madrid ¡y sólo llevan un 1% de recuento!. Vienen aquí de madrugada y mírales, ahí sentados viendo la tele".
A golpe de cierre de colegio electoral, las sospechas de los escépticos se fueron disipando poco a poco. Rod y Ryan, dos amigos de Florida e Indiana, respectivamente, se mostraban "suspicaces" ante la posibilidad de que se repitieran los "trucos y trampas" que se vivieron en otras elecciones. "No hay que olvidar que Bush ganó sus dos elecciones de manera fraudulenta", recordaba Rod.
También había lugar para discursos más elaborados: "La izquierda ha demostrado que tiene razón; ahora, necesita el poder", proclamaba Ulises, un mejicano afincado en España desde hace años, que reclamaba un nuevo gobierno con una visión global.