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Obama recibe una herencia envenenada

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Los iraquíes esperan cambios

Obama va a presidir un país inmerso en dos guerras y en la crisis económica más grave desde la Gran Depresión. Ese es el legado de Bush, "catástrofico" y "fracaso histórico" como lo califica desde su propio entorno su ex asesor en materia de seguridad, Zbigniew Brzezinski.

En cifras: el presidente saliente deja un agujero de más de 11 billones de dólares y un déficit presupuestario de medio billón. Demasiados números rojos. Y nada que ver con el superávit que dejó Bill Clinton. Y todo se ha agudizado a medida que se acercaba el fin de su mandato. 

La falta de regulación y la ausencia de supervisión durante la administración Bush han permitido incubar el huevo de la serpiente en forma de hipotecas basura. No ha sido la codicia y los excesos de Wall Street, como señalaba el candidato republicano, John McCain, sino la falta de control sobre esa codicia y esos excesos. Por lo demás comunes a todas las crisis financieras.

Ni siquiera se han lucido al elaborar el plan Paulson de rescate. Al final,  han tenido que copiar la iniciativa del primer ministro británico, Gordon Brown. Mejor inyectar liquidez comprando acciones de los bancos que adquirir los activos tóxicos. Entre otras cosas, porque es difícil asignar precio a algo que carece de valor.

Primer legado: recesión

Al margen de las recetas, la factura de la crisis financiera está aún por alcanzar su plenitud. La sequía del crédito llegará como un tsunami en forma de paro y contracción económica. Una recesión intensa y prolongada, como vaticina el Fondo Monetario Internacional.

Y vuelta al principio. Para lidiar esa crisis habrá que tomar nuevas medidas de estímulo económico, como recomienda la Reserva Federal. El problema es financiarlas. Y lo más probable es que sea con cargo a una deuda hipertrofiada que ronda ya el 80% del PIB. Alguien tendrá que comprarla. China. Y como todo el mundo está en la misma tesitura, los intereses tendrán que ser altos. Igual que la hipoteca que se deja a las futuras generaciones.

Segundo legado: caos

Bush introdujo el caos de Irak en la ecuación geopolítica. No había armas de destrucción masiva. Tampoco terrorismo islamista. A cambio, su unilateralismo ha minado las instituciones internacionales y ha sembrado el mundo de antiamericanismo. Amen de las torturas de Abu Ghraib y el limbo judicial y moral de Guantánamo.

Es cierto que la situación interna de Irak ha mejorado con el refuerzo de tropas bajo el mando del general Petreus. Pero al agitar un avispero, el problema se ha extendido por todo Oriente Medio. Para empezar, el desvío de recursos hacia Irak ha menguado los esfuerzos para atajar las bases de Al-Qaeda en Afganistán y Pakistán.

Además, el caos iraquí ha dado alas al poder de Irán en la región. Su carrera nuclear es una amenaza para Occidente e Israel. Los aliados iraníes, Hezbollah y Hamas, son los principales beneficiarios de este resurgimiento. Y el desorden pasa factura en Líbano y Palestina.

Muchos retos para Obama, sobre todo, porque tendrá que afrontarlos con menos medios. La fortaleza internacional de un país depende de su fortaleza económica. La cita es de Eisenhower. Republicano.