Bretton Woods, un orden mundial agotado
- La conferencia tuvo lugar en junio de 1944, poco antes de acabar la II Guerra Mundial
- Creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
- Las tesis de Estados Unidos acabaron por imponerse a las más igualitarias propuestas británicas
Ante el fin de la II Guerra Mundial, un mundo arrasado y sumido en una grave situación económica decidió dotarse de nuevas reglas monetarias y financieras. Esas normas, pactadas en la Conferencia que las Naciones Unidas celebraron en el complejo hotelero de Bretton Woods, en New Hampshire, Estados Unidos, pusieron las bases del sistema económico mundial, hoy en entredicho. Tras varias rondas de negociaciones, los acuerdos se firmaron el día 22 de junio de 1944.
Los 44 países reunidos en Bretton Woods decidieron crear mecanismos para organizar sus relaciones comerciales y financieras. En esa reunión tomaron parte países de la órbita soviética, pero, finalmente, no ratificaron los acuerdos que se tomaron. En la práctica, Estados Unidos, potencia hegemónica tras su participación decisiva en la guerra, logró imponer la mayor parte de sus tesis.
Esto quedó claro cuando las propuestas presentadas por la delegación británica, encabezada por el economista John Maynard Keyness, fueron claramente derrotadas por las tesis estadounidenses que defendía Harry Dexter White. Sin embargo, en algo estaban de acuerdo: las reglas económicas del mundo no podían dejarse al azar, sino que era necesario crear mecanismo internacionales que las dirigiesen.
La propuesta de Keyness: apoyo económico neto
Keyness presentaba un plan que pivotaba sobre la figura central del International Clearing Union, un banco multilateral que debería trasladar los excedentes de los países en mejor situación económica hacia los que estaban en peores circunstancias. La idea era hacer crecer la demanda mundial y evitar la deflación, algo que, en principio, debería ser beneficioso para todos los países.
La clave de Keyness era obligar a los estados a mantener una balanza comercial equilibrada entre ellos, de tal forma que aquellos que no lo hiciesen serían obligados a pagar intereses por la diferencia. El equilibrio total entre importaciones y exportaciones sería el gran objetivo económico de los gobiernos.
Keyness apostaba así por una organización muy democrática que trataba de defender a los pequeños frente a los más grandes y de evitar que se produjesen fuertes distorsiones económicas a escala mundial.
Estados Unidos: liberalismo
Sin embargo, Estados Unidos, que era la mayor potencia económica, necesitaba compradores para su poderosa industria y se enfrentó al planteamiento de Keyness. Para muchos analistas, la delegación estadounidense logró manejar la conferencia de tal forma que pudo asegurarse mayor capacidad de voto en las nuevas instituciones financieras y consiguió que éstas se quedaran en suelo norteamericano.
Así, las tesis de Washington propusieron que todos los países tomaran parte en el sistema internacional de pagos, dividiendo la participación de cada estado en ese sistema. De esta forma, cada país intervendría y aportaría fondos al mecanismo en función de un sistema de cuotas. Estados Unidos, que fue el país que más aportó, se aseguró un 31,1 % de la participación, con lo que pronto controló las decisiones de los organismos surgidos de Bretton Woods.
De alguna forma, Estados Unidos pudo ocupar el lugar que debería corresponder a esas instituciones multinacionales, poniendo unilateralmente en marcha acciones como el Plan Marshall, que sirvió para dar crédito a la reconstrucción europea. Aun así, en Bretton Woods, Estados Unidos rompió con su tradicional proteccionismo y, por primera vez, permitió que su economía fuera fiscalizada por organizaciones internacionales.
Los organismos internacionales: FMI y BM
Los organismos nacidos de Bretton Woods son básicamente dos, el Fondo Monetario Internacional, creado para evitar las crisis económicas a través de las concesiones de crédito a los países en apuros a cambio de medidas estructurales de corte liberalizador, lo que se conoce como `planes de estabilización¿.
Su trayectoria ha sido muy discutida, sobre todo, porque esos planes de ajuste a cambio de dinero líquido para superar las crisis no han servido para que los países más pobres dejen el subdesarrollo. A cambio, en muchos lugares han generado más desempleo y, sobre todo, más desigualdad social.
La otra gran institución de Bretton Woods es el Banco Mundial. Este organismo nació para conceder créditos con bajos interese a los países en desarrollo. El objetivo inicial era reducir la pobreza y reconstruir los países afectados por la guerra, pero, poco a poco, ha ido creciendo hasta constituirse lo que se conoce como Grupo del Banco Mundial, que engloba organismos como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, la Asociación Internacional de Fomento o la Corporación Financiera Internacional.
Estas instituciones, especialmente el FMI, llevan varios años en entredicho y han recibido críticas, entre otros, de personalidades destacadas como el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Este experto considera que el FMI no se ajusta al mundo real y que no puede ser que el Fondo vaya a un país y diga lo que éste tiene que hacer sin tener en cuenta sus condicionantes locales y, además, poniendo condiciones para acceder al crédito internacional. En este sentido, Stiglitz aboga por una mayor presencia de los estados en las políticas económicas y por un mayor intervencionismo, de ahí que, ante la actual cumbre de Washington, sea uno de los pensadores de referencia.
El patrón dólar-oro
La otra gran decisión de Bretton Woods fue establecer una relación de cambio estable, que fue el patrón dólar-oro, de tal forma que la onza de oro se fijó en 35 dólares y se concedió a Estados Unidos la capacidad de cambiar dólares por oro a ese precio sin límites.
De esa forma, todas las paridades monetarias se establecieron conforme a ese patrón, lo que dio a los países herramientas claras para intervenir a favor de sus monedas, devaluando o apreciando las paridades. La idea era mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación que no superase el 1%.
El sistema funcionó unos años, pero, a partir de la década de los sesenta, el modelo empezó a quebrar. Estados Unidos había emitido mucha moneda y sólo podía responder con oro por el 22% de los dólares en circulación en todo el planeta. Esto provocó temores en los inversores, pues se temía que Estados Unidos devaluase el dólar, con lo que Richard Nixon tuvo que suspender la convertibilidad en 1971 y devaluó el cambio un 10%. En 1973 habría otra devolución y, finalmente, se eliminó la convertibilidad, con lo que se pasó a un mecanismo de libre fluctuación que, con base en el dólar, ha llegado hasta nuestros días.
Esto hizo que los tipos de cambio dejaran de ser la principal herramienta de las autoridades económicas para manejar sus finanzas lo que, en realidad, acabó con el orden de Bretton Woods.
El FMI y el BM han seguido funcionando, pero su eficacia ha sido muy cuestionada y se les acusa de Fomentar una globalización económica de corte neoliberal que, en muchos casos, genera fuertes brechas entre países desarrollados y países en desarrollo.