La caza furtiva amenaza a los últimos caballos salvajes del sureste de Europa
- Los duros caballos del monte Cincar se cazan por su carne
- Son descendientes de animales liberados por la mecanización del campo
- Estuvieron a punto de extinguirse durante las guerras de los Balcanes
Una fotografía de un potro alimentando a su madre gravemente herida por un cazador furtivo, publicada estos días en la prensa bosnia, ha desatado una campaña para exigir más protección a los caballos del monte Cincar, los últimos en estado salvaje del sureste de Europa. La caza y matanza de equinos en Cincar, un monte de duro clima con imprevistos vientos y mucha nieve, a unos 250 kilómetros al suroeste de Sarajevo, es un grave problema durante el invierno.
Los vastos prados de hierbas medicinales y la abundancia de agua en el altiplano de Kruge dan unas condiciones ideales para la cría de esos animales, que llegaron a la zona a comienzos de la década de 1970, cuando los campesinos se deshicieron de sus caballos y empezaron a comprar tractores para trabajar el campo.
Los animales se acostumbraron a la vida en el monte y antes de la guerra bosnia (1992-1995), su número llegó a los 400, agrupados en nueve familias de las que cada una tiene a su "líder", ha explicado a EFE Bosko Mihaljevic, de la cercana localidad de Livno, una de las pocas personas que se ocupa de cuidar a los caballos salvajes del monte Cincar.
"Es interesante que nunca se aparean hembras y machos de la misma familia. Tampoco se mezclan en los rebaños miembros de diferentes familias. Creo que a eso y a las condiciones en que viven, con el tiempo han desarrollado una belleza y una salud extraordinarias", indicó Mihaljevic.
Durante los años de guerra estuvieron a punto de desaparecer. Su carne fue muy a menudo la comida de los soldados y muchos fueron capturados y vendidos a los militares en otras zonas para el duro trabajo en los bosques y para transportar leña y material militar.
Después del conflicto, los cazadores furtivos, buenos conocedores del poco acogedor monte Cincar, con potentes todoterrenos y armas automáticas, se han convertido en el mayor peligro para la supervivencia de esos animales, de los que ahora apenas quedan 150 ejemplares.
Su carne y las salchichas que con ella se producen de son muy apreciados y se venden por canales ilegales a países occidentales a buen precio.
También, según Mihaljevic, últimamente su carne se usa como cebo para cazar osos y, sobre todo, se vende a los dueños de los perros de lucha que ganan miles de euros en esas riñas ilegales, muy populares en los últimos años en el suroeste de Bosnia.
"He presentado varias denuncias a la Policía, pero no ha pasado nada. Sé que un hostelero, también un ex general croata-bosnio, y otras personas, se dedican a todas esas actividades ilegales. Quizás alguien paga alguna vez una multa de cien euros, y luego todo sigue como antes", se queja Mihaljevic.
Las autoridades bosnias prometen que protegerán a los caballos de Cincar de los cazadores furtivos y de los contrabandistas, y el ministro de Medioambiente y Turismo del entre musulmán-croata de Bosnia, Nevenko Herceg, ha anunciado que se preparan leyes al respecto.
La zona bosnia de Livno y del lago Busko basan su oferta turística en los caballos salvajes de Cincar, al que los visitantes acuden a observar las manadas.
En España también se refugian algunas de las últimas manadas de caballos salvajes de Europa, como los asturcones, que viven en las faldas de la Sierra del Sueve, en Asturias.