Harold Pinter, el Nobel rebelde
- Se definía como ciudadano del mundo y pedía el desarme nuclear y el fin del embargo a Cuba
- Criticó la invasión de Irak y pidió el procesamiento de Bush y Blair por crímenes de guerra
El mundo de la cultura llora la muerte del Harold Pinter, el dramaturgo británico y eterno rebelde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2005. La voz de Pinter se ha apagado el día de Nochebuena, a los 78 años de edad, tras una larga batalla contra el cáncer.
"Fue una figura única en el teatro británico. Dominó la escena teatral desde los años cincuenta (de la pasada centuria)", afirmó Alan Yentob, director creativo de la cadena pública BBC.
En opinión de Tim Walker, crítico del diario "Sunday Telegraph", el difunto "aportó realismo" al arte escénico mediante obras "con prolongados silencios, en las que los personajes no siempre iban a algún sitio, como en la propia vida real".
Por su parte, el amigo y biógrafo del difunto, Michael Billington, declaró "devastado" por la muerte del autor, a quien describió como un "luchador" en el terreno artístico y político. Autor prolífico
Tras publicar en 1957 su primera obra, "La habitación", Pinter inició una carrera en la que escribió 29 piezas teatrales, más de 20 guiones de cine (entre ellos para el realizador estadounidense Joseph Losey), infinidad de trabajos radiofónicos y televisivos, poesía, ensayos, una novela y relatos cortos de ficción.
Algunos títulos inolvidables de Pinter, perteneciente a la generación de los llamados "Jóvenes Airados" británicos de los años sesenta, son La Fiesta de Cumpleaños (1957), The Caretaker (El guardián, 1959) o Retorno al hogar (1964).
Su peculiar estilo, lleno de silencios en dramas marcados por un lenguaje ambiguo y cómico por momentos, pero que genera un ambiente de amenaza y alienación, se acuñó como "pinteresco", adjetivo admitido por el Diccionario de Inglés de la Universidad de Oxford.
El escritor ganó numerosos galardones, como la Legión de Honor de Francia, pero destacó por encima de todos el Premio Nobel de Literatura conseguido en 2005.
"Estoy muy conmovido. Es algo que no esperaba para nada en ningún momento", comentó un Pinter ya frágil de salud a la puerta de su casa en Londres, tras conocer que le habían concedido el Nobel.
La Academia Sueca reconoció al autor británico por sus "obras, en las que descubre el precipicio que hay detrás de los balbuceos cotidianos y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión".
Por recomendación médica, Pinter no pudo asistir a la ceremonia de entrega del prestigioso premio en Estocolmo, pero grabó su discurso de aceptación, en el que, como venía haciendo en los últimos años, dedicó sus críticas políticas más afiladas a la guerra de Irak, en la que el Reino Unido fue fiel seguidor de EEUU.
Un artista comprometido
"La invasión de Irak fue un acto de bandidos, un acto de flagrante terrorismo de Estado que demostró un desprecio absoluto del concepto de normativa internacional", espetó Pinter, visiblemente débil y postrado en una silla de ruedas.
Sin pelos en la lengua y más rebelde que nunca, el dramaturgo aprovechó el Nobel para pedir el procesamiento del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el ex primer ministro británico Tony Blair por crímenes de guerra.
Durante su vida, el autor, que se sentía obligado a tomar partido político como "ciudadano del mundo", abrazó otras causas como el desarme nuclear, la defensa de Cuba frente al embargo estadounidense y el rechazo del bombardeo de la OTAN en Serbia en 1999.
Hijo de un sastre judío inmigrante de Europa Oriental, Pinter nació el 10 de octubre de 1930 en Hackney, un barrio popular del este de Londres. El genio teatral tuvo un hijo, Daniel, fruto de su matrimonio con la actriz Vivien Merchant, de quien se divorció en 1980 para casarse con Antonia Fraser.
Poco amigo de los eruditos tendentes al exceso interpretativo de sus obras, Harold Pinter dejó dicho que su vida literaria no fue más que "una vida de placer, desafío y entusiasmo".