Un equipo de científicos logra reconstruir la temperatura del mar de hace 21.000 años
- Dos científicos españoles toman parte en la investigación
- Algunas zonas marinas tenían temperaturas más altas en época glacial que ahora
- El proyecto MARGO permitirá predecir el cambio climático
Un equipo de investigadores, en el que participan dos científicos españoles, han conseguido reconstruir la temperatura oceánica global de hace 21.000 años, durante el último máximo glacial. Este descubrimiento puede ayudar a predecir con mayor exactitud el cambio climático y su magnitud.
Así lo ha publicado este domingo la versión digital de la revista Nature Geoscience, en un artículo en el que desvela que, en aquella época glacial, algunas zonas tenían temperaturas más altas que las actuales. Es el caso del mar del noreste de Australia, con una media entre uno y tres grados más que ahora.
Modelo para predecir el cambio climático
El proyecto, denominado MARGO, es una versión actualizada de un estudio anterior, CLIMAP, que ya en los años 70 permitió obtener mapas de temperatura del mar aunque siguiendo un solo método y no seis, como en esta ocasión.
Antoni Rosell, científico de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los promotores del proyecto, ha destacado que "uno de los retos actuales más importantes en las ciencias del clima es poder predecir el cambio climático y para ello necesitamos modelos climáticos fiables".
El estudio, en el que han tomado parte 52 investigadores de todo el mundo, ha sido acotado a un período de análisis entre los 23.000 y los 19.000 años antes de nuestra era. Los científicos han compilado 696 medidas de la tempertura de las superficies de los océanos a partir de sedimentos encontrados en las profundidades y los restos de fósiles contenidos en los mismos.
Técnicas basadas en principios ecológicos
De las seis técnicas utilizadas para lograr estas mediciones, conocidas como paleotermómetros, cuatro de ellas se basan en principios ecológicos y en el estudio de los caparazones de organismos marinos microscópicos.
Las otras dos técnicas se basan en principios geoquímicos, a partir de moléculas orgánicas producidas por algas unicelulares.
MARGO ofrece datos más precisos sobre la temperatura de las zonas marinas del Atlántico Norte o los trópicos, una nueva perspectiva sobre la sensibilidad del sistema climático de la Tierra al dióxido de carbono y una herramienta que se podrá utilizar para mejorar la fiabilidad de los modelos climáticos actuales, según ha asegurado Rosell.
El trabajo ha permitido conocer que la cubierta de hielo que ocupaba gran parte del mar del Norte más de veinte milenios atrás no era permanente, como aseguraba el CLIMAP, sino que se fundía durante la estación más cálida. Esto permitía el intercambio de calor entre el oceáno y la atmósfera, favoreciendo un mayor índice de humedad y el crecimiento y el mantenimiento de los casquetes polares de Europa y Norteamérica.
El mayor enfriamiento, en el Atlántico Norte
El estudio, de acuerdo con el proyecto CLIMAP, también ha determinado que el mayor enfriamiento (por debajo de -10 grados) se produjo en la latitud mediana del Atlántico Norte, y se extendió hacia el Mediterráneo (-6 grados).
Pero MARGO ha indicado que el enfriamiento creó un gradiente de temperaturas longitudinal, de este a oeste, inverso al reconstruido por el proyecto anterior.
En cuanto al enfriamiento de los trópicos, MARGO ha revelado que fue más extenso y heterogéneo de lo que se creía, siendo más acusado en el Atlántico que en el Índico o el Pacífico.
Las corrientes subtropicales del Atlático manifestaron un ligero enfriamiento en la zona central mientras que en el Pacífico las corrientes subtropicales del norte y del sur eran probablemente uno o dos grados más calientes que en la actualidad.
Los científicos también han concluido que en el Océano Antártico se produjo un desplazamiento del frente polar hacia el norte, produciéndose un enfriamiento de entre -2 y -6 grados respectoa las temperaturas actuales.
La otra española que ha participado en el proyecto, Isabel Cacho, de la Universidad de Barcelona, ha reclacado que este trabajo confirma que una cuenca pequeña, como la del Mediterráneo, es capaz de amplificar un cambio climático.