Fernando Tejero, el cine desde una sonrisa
Hace cinco años que Fernando Tejero levantó su primer y único Goya. Lo hizo en calidad de Mejor Actor Revelación, una categoría que suele dar el empujón definitivo hacia la 'primera división' del cine nacional. Hoy, este cordobés de 44 años regresa a la palestra de las mejores interpretaciones del año por su participación en 'Fuera de carta', de Nacho García Velilla.
En esta ocasión, Tejero aborda un segundo peldaño y opta al premio en la categoria de Mejor Actor de Reparto. Sube un escalón más y se perfila como uno de los mejores actores cómicos del país. Como siempre, paso a paso, tal y como ha desarrollado toda su vida, trabajando cual hormiga hasta cumplir sus sueños.
Como tantos otros, sus inicios en la profesión fueron duros. Es habitual comenzar la carrera actoral y compaginarlo con el trabajo en un bar, pero ser pescadero de lunes a viernes en Córdoba y estudiante de interpretación los fines de semana en Madrid, curte a cualquiera. Al fin, su salto profesional llega con Animalario, compañía donde conoce a Luis San Narciso, que le da papeles en diversas series de televisión y en su primera gran película, 'Los lunes al sol' (2002).
Un año después le llovieron los trabajos:'Torremolinos 73', 'Cachorros' y, su gran oportunidad, 'Días de fútbol', donde se reencontró con sus compañeros de Animalario y consiguió su primer Goya y dos candidaturas de los Premios de la Unión de Actores. Para entonces, toda España ya le conocía por el célebre "un poquito de por favor" de Emilio, el portero al que interpretaba en la serie de televisión 'Aquí no hay quien viva', que le valió el Fotogramas de Plata y el premio de la Unión de Actores al mejor actor de televisión.
Desde entonces, Fernando Tejero es una de las caras más habituales de la cartelera nacional y, ahora que iba a tomarse un descanso, vuelve al primer plano por uno de sus tres películas de este año. A Fuera de carta le acompañan '8 citas' y 'Gente de mala calidad'. Como siempre, mucho trabajo para un actor del que nunca se echa en falta una sonrisa.