Ibarretxe, el ciclista que tenía un plan
- Candidato del PNV por cuarta vez, el lehendakari no ha podido reeditar el tripartito
- Pasó ser un burócrata desconocido a un férreo defensor de la soberanía vasca
- Su gran consagración como líder nacionalista llego en 2001 tras vencer a Mayor Oreja
- Tras ser rechazadas sus propuestas soberanistas ha convocado elecciones en 2005 y 2009
- Su último órdago ha supuesto la salida del PNV de Ajuria Enea por el pacto PSE-PP
Desde pequeño, Juan José Ibarretxe se ha acostumbrado a pedalear. Sobre su bicicleta, con la que participaba en las pruebas cicloturistas de su Llodio natal, y en política, donde ha logrado salir siempre adelante insistiendo en una idea fija, haciendo que tras una rueda vaya la siguiente; tras un plan, otro plan.
En su bicicleta medita sobre sus asuntos pendientes y la bicicleta también fue lo que le empezó a dar fama política en el resto de España.
"Yo sigo andando en bicicleta con los Fernández, y con los Sánchez, todos los días", comentó para resumir cómo sería el Gobierno vasco si vencía en las elecciones del 98, donde debutaba como candidato. Sus palabras provocaron encendidas reacciones en el resto de España.
De manejado a 'manejador'
Hasta ese momento, sus adversarios políticos lo consideraban un burócrata que había destacado en la negociación del Concierto vasco con el Gobierno de Aznar -era el consejero de Hacienda y vicelehendakari- al que Xabier Arzalluz había señalado como sucesor de Ardanza para seguir manejando los hilos de Ajuria Enea.
Once años después, la realidad es la opuesta: desde el Gobierno vasco, Ibarretxe ha logrado 'tumbar' a la versión más autonomista del PNV encarnada por su otrora portavoz en Ajuria Enea, Josu Jon Imaz. Además, ha conseguido volver a postularse como candidato de este partido pese a sus problemáticas relaciones con el sucesor de Imaz, Íñigo Urkullu.
Huidas hacia adelante
Y es que, en el 'pelotón' de la política vasca, Ibarretxe siempre ha sabido cuando atacar, cogiendo de imprevisto a sus contricantes, que pensaban que ya se iba a descolgar porque estaba haciendo 'la goma'.
Lo hizo en 2001, cuando tras dos años renqueando políticamente por el fracaso del pacto de Lizarra, se presentó ante los vascos con una propuesta política basada en la cosoberanía, sobrepasando los límites de la Constitución.
Contra pronóstico, venció y superó la cifra histórica de los 600.000 votos, doblegando al frente constitucionalista liderado por el ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y su socio socialista, Nicolás Redondo Terreros.
Durante los tres años siguientes, Ibarretxe logró que todos en el País Vasco hablasen de él y de su singular propuesta política.
Con el apoyo incondicional de Eusko Alkartasuna y de Ezker Batua, sus socios en el Gobierno vasco, el lehendakari planteó un 'pacto político' al Gobierno español que cristalizó en una propuesta de nuevo Estatuto para Euskadi.
La 'pájara' de la tregua
Sin embargo, estaba por llegarle la gran 'pájara'. El contexto en el que esta propuesta se aprobó era totalmente distinto al que provocó su creación: en la Moncloa ya no estaba Aznar, sino Zapatero; y el Gobierno -con la complicidad del sustituto de Arzallus en el PNV, Josu Jon Imaz- estaba empezando a hablar de tregua con ETA.
Por eso, el Estatuto vasco fue rechazado de plano y su intento de rentabilizar el victimismo contra Madrid convocando elecciones en 2005, le salió mal.
El PNV perdió votos y su fórmula del tripartito no logró la mayoría absoluta frente a un PSE que crecía, un PP que se mantenía y una izquierda abertzale fortalecida por la perspectiva de una tregua.
Tras mayo de 2005, Ibarretxe pasó de ser el líder absoluto del nacionalismo vasco a una comparsa necesaria en el nuevo proceso de paz liderado por Zapatero, Imaz y Otegi. Pero, como buen ciclista, Ibarrexe siguió pedaleando.
Iniciativa recuperada
El atentado de la T4 y el consiguiente fracaso del proceso de paz supuso un balón de oxígeno para su propuesta soberanista, mientras el 'aparato' del PNV se hundía por los malos resultados en las elecciones municipales y generales.
Renacido de sus cenizas, el ciclista de Llodio ha afrontado su último tirón: unas elecciones en las que su partido le presentaba como su principal activo, con el que obtuvo en solitario 30 escaños pero no pudo pedalear suficiente para reeditar el tripartito. Y entonces, cuando su rival estaba a punto de cruzar la meta de Ajuria Enea decidió bajarse de la bicicleta.