El banco suizo UBS no entregará a EE.UU. los datos de 52.000 clientes con cuentas secretas
- La justicia estadounidense exige que revele la identidad de 52.000 clientes
- Este miércoles, EE.UU y UBS habían acordado la entrega de los datos de 250 clientes
- Son clientes estadounidenses que habrían utilizado sus cuentas para evadir impuestos
- La entidad suiza ha rechazado la petición y anuncia que recurrirá ante los tribunales
El banco suizo UBS ha rechazado la petición de la Justicia de Estados Unidos para que revelase la identidad de 52.000 clientes que tienen cuentas secretas en este país europeo y que representan unos 14.800 millones de dólares en activos (unos 11.600 millones de euros) y ha anunciado que recurrirá ante los tribunales.
Este cruce de denuncias se ha producido tan sólo un día después del anuncio de un acuerdo entre UBS y las autoridades de EE.UU., por el que el banco suizo deberá entregar de inmediato al Departamento de Justicia de EE.UU. los nombres de unos 250 clientes estadounidenses a los que ayudó a defraudar al fisco de su país, y también pagará una multa de 780 millones de dólares.
La decisión -que supone una "excepción" a la legislación que rige en secreto bancario en Suiza- permitiría que el banco helvético mantenga en reserva los nombres de otros 19.000 titulares de cuentas (la totalidad de sus clientes estadounidenses no declarados), que también le fueron reclamados por un juez de Florida.
EE.UU. amenazó además con retirar a UBS su licencia de operación en ese país si no colaboraba, lo que hubiese sido un golpe dramático para la entidad, que atraviesa una grave crisis por sus inversiones especulativas en el mercado estadounidense de créditos de alto riesgo y que se ha mantenido a flote gracias a la ayuda estatal.
El secreto bancario, en entredicho
El procedimiento acordado ayer es totalmente inédito y pone una vez más en cuestión la pertinencia y legitimidad del secreto bancario, en el que se basa parte del éxito de la plaza financiera helvética y que es cuestionado por la Unión Europea y ahora por Washington.
El presidente de Suiza, Hans-Rudolf Merz, intentó alejar los temores que se han levantado dentro del país y garantizó que el secreto bancario "seguirá intacto". Reconoció que UBS y las autoridades suizas no tuvieron más alternativa que cerrar el trato con la Justicia de EE.UU. por el riesgo de que se le retirara al banco la autorización de seguir operando allí.
El derecho suizo distingue la evasión del fraude fiscal y sólo considera la posibilidad de levantar el secreto bancario en el segundo caso, que implica actos graves de engaño deliberado, mientras que en el primero se peca por "omisión".
El Ejecutivo suizo se reunió ayer de urgencia para evaluar el caso y dio su visto bueno al acuerdo tras "revisar" la definición de violación del secreto bancario y adaptarlo a la situación. Para ello decidió que si la transmisión de nombres se producía desde la filial estadounidense de UBS entonces no se violaba el secreto bancario suizo.
En 2000, UBS suscribió un acuerdo con EE.UU. que le obligaba a revelar la identidad de sus clientes en ese país con cuentas en Suiza o, de lo contrario, descontarles directamente los impuestos de ley.
Para evitarlo, un ex banquero de UBS, Bradley Birkenfeld, creó un sistema para manipular las cuentas bancarias o colocarlas a nombre de sociedades ficticias en Liechtenstein. Birkenfeld realizó esta actividad ilícita durante cuatro años hasta que fue descubierto y capturado en Massachusetts en mayo del año pasado, luego de lo cual aceptó colaborar con la Justicia de EE.UU.
Los partidos, en contra
Los partidos políticos, desde la derecha hasta los socialistas, han reaccionado hoy contra la entrega de los nombres por parte de UBS, sobre todo porque consideran "inaceptables" las presiones de EE.UU.
Sólo el Partido Verde tuvo una actitud diferente y dijo que antes de criticar a EE.UU. hay que recordar que UBS tuvo una actitud "gansteril", favoreció el fraude y que este es el resultado de "un comportamiento que no sólo hemos permitido, sino alentado".
El presidente del banco, Peter Kurer, sostuvo en un comunicado que "aceptamos toda la responsabilidad por estas actividades indebidas". "Es evidente que como organización cometimos errores y que nuestros sistemas de control eran inadecuados", agregó.