La explosión más violenta del Universo
- El telescopio espacial Fermi capta la mayor explosión de rayos gamma conocida
- Equivale a la que produciría la muerte de 9.000 supernovas
- Los primeros rayos se movieron a velocidades 30.000 millones superiores a la de la luz
- La explosión se produjo el pasado 16 de septiembre a 12.200 millones de años luz
- Por primera vez se ha estudiado la evolución temporal de este tipo de fenómenos
En la madrugada del 15 al 16 de septiembre del año pasado, una explosión de rayos gamma equivalente a la que supondría la destrucción de 9.000 supernovas emitió en apenas sesenta segundos la misma energía que la que se desprende de nuestro sol, convirtiéndose en la más violenta registrada hasta ahora en el Universo.
Así se detalla en un artículo publicado en el último número de la revista Science, que desvela que esta explosión ha sido detectada gracias al nuevo telescopio espacial Fermi.
La explosión, llamada GRB 080916C, se produjo a las 01:13 horas del 16 de septiembre a 12.200. millones de años luz de la Tierra, cuando los primeros rayos emitidos por la explosión se movieron por el espacio a velocidades superiores en 30.000 millones de veces a la de la luz.
Grandes explosiones desconocidas
Las explosiones de rayos gamma son uno de los fenómenos más energéticos del Universo. Generalmente, aunque no es la única causa, ocurren cuando una estrella masiva (una estrella cuya masa es al menos diez veces mayor que la del Sol) llega al final de su vida y su núcleo se colapsa hasta formar una estrella de neutrones. Entonces, se produce una gran explosión que expulsa partículas y energía a gran velocidad.
"Estas emisiones a estas energías aún no se comprenden bien, y Fermi nos da las herramientas para hacernos una idea", asegura Peter Michelson, físico de la Universidad de Standford y principal investigador en el Telescopio de Grandes Áreas, una de las partes de Fermi, que detectó la explosión,
Paralelamente, el Monitor de Explosiones de Rayos Gamma, otro elemento de Fermi, también recogió la explosión, lo que supuso determinar que los fotones emitidos tenían energías de entre 8 kilo-electrón-voltios y 13 giga-electrón-voltios
Mientras tanto, el Instituto de Física Extraterrestre Max Planck estableció la distancia a la que se produjo la explosión gracias al detector infrarrojo de rayos gamma del telescopio situado en el observatorio austral de La Silla, en Chile.
"Ya de por sí era una explosión interesante, pero con los datos de La Silla ha pasado de ser interesante a extraordinario", señala Julie McEnery, vicedirectora del proyecto Fermi en el Observatorio Espacial Goddard de la NASA.
Estudio de la evolución de los rayos
De esta forma, se ha realizado el primer estudio de la evolución temporal de una explosión de rayos gamma, desde la explosión hasta su evolución, además de aproximar la velocidad de propagación del material desprendido a raíz de la explosión.
"Se ha descubierto que los rayos gamma de más alta energía se detectan después de aquellos con energías menores y persisten por más tiempo", explica el científico del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC en Barcelona, Diego Torres, que también ha participado en el proyecto.
"Esto permite estudiar el espectro de la explosión, su evolución, y producir cotas a la velocidad de propagación del material explosionado, y la estructura misma del espacio tiempo, por ejemplo, aquellos modelos que proponen que la velocidad de propagación de los fotones no es uniforme", añade Torres.
Además, indica que los datos sugieren que existe un único mecanismo de emisión para todo el rango de energías aunque matiza que la radiación de fondo (radiación que queda como reminiscencia del Big Bang y que se percibe de forma constante en todo el Universo como una especie de "ruido de fondo") puede dificultar la percepción de los componentes del espectro que generan fotones de energías más altas.
Concretamente, éstas duran poco tiempo - de unos milisegundos a varios minutos- y son por ello difíciles de observar. En algunos casos, cuando se producen como consecuencia de la muerte de una estrella masiva, la energía desprendida en la explosión choca contra las nubes interestelares (acumulaciones de gas y polvo interestelar) y genera luminiscencias muy brillantes que pueden durar años.