La estrategia autonomista del Dalai Lama fracasa pero su carisma sigue brillando
- El líder tibetano cumple 50 años en el exilio sin ningún éxito en su lucha política
- Los expertos critican su doble discurso de denuncia y mano tendida a China
Cincuenta años después de su huida del Tíbet, el Dalai Lama goza de un gran prestigio internacional aunque su estrategia para lograr de China la autonomía para su región ha fracasado estrepitósamente.
El premio Nobel de la Paz en 1989, que ahora tiene 73 años y una salud delicada, nunca ha estado tan lejos del retorno a su país natal y parece condenado a ser el jefe espiritual de una población que no le conoce en persona.
En visita en Japón el pasado noviembre, el dignatario budista reconoció el "fracaso" de su lucha no violenta por una autonomía "significativa" del Tíbet, tras ocho años de negociaciones infructuosas con Pekín.
"Estos cincuenta años fueron extremadamente difíciles, quizá los más duros en la historia del pueblo tibetano", explica el ex preso político tibetano Ngawang Woebar refugiado en Dharamsala, el pueblo indio al otro lado del Himalaya donde el "gobierno" del exilio tiene su sede.
La esperanza del pueblo
"Su Santidad el Dalai Lama ha hecho mucho, pero no ha obtenido la respuesta adecuada de China (...) y su política ha fracasado. No obstante, creemos que todavía nos puede hacer avanzar", añade este militante de 44 años que huyó en 1991.
Recibido por jefes de Estado y celebridades de todo el mundo, el hombre de la sonrisa y la túnica deslumbrantes sigue encarnando las esperanzas de seis millones de personas que viven en la provincia occidental china o en el extranjero, sobre todo en las vecinas India, Nepal y Bután.
Su gloria --sobre todo en China-- contrasta con el odio que desata en China, donde el régimen le califica como el "lobo" que azuza peligrosamente el separatismo con la excusa de la religión.
El Dalai, diplomático refinado, renunció hace tiempo a su reivindicación de independencia para defender "la vía del medio". Sin embargo, en noviembre un grupo de jóvenes exiliados pidió una radicalización de la lucha, aunque por el momento sigue dominando la idea de la resistencia pacífica frente al régimen chino.
Según algunos expertos, una de las razones por las que ha fracasado su estrategia puede ser la contradicción de sus declaraciones: por una parte denuncia el "genocidio cultural" perpetrado por China y por otra llama a la reconciliación con esa "vieja nación y gransuperpotencia".
Sin ir más lejos, en el nuevo año tibetano celebrado hace unos días llamó la atención sobre una "campaña de represalias en los monasterios" y de sometimiento a la población que "provocará forzosamente protestas". Pero al mismo tiempo pidió a los tibetanos que se mostraran "pacientes, sin ceder a las provocaciones".