'Los abrazos rotos', vida aunque sea a ciegas
- La película 17 de Pedro Almodóvar se desarrolla en torno al mundo del cine
- Los abrazos rotos cuenta un amor a cuatro teñido de pasión, noir y toques de humor
- Lluis Homar interpreta a un director de cine que se enamora de Penélope, su actriz
Como sucede con algunos de los grandes artistas, la vida y la obra de Pedro Almodóvar se confunden y entrelazan. ¿Es más él cuando es Pedro o cuando es Almodóvar? ¿Cuando pasea por ese Madrid que no soporta pero que no puede abandonar o cuando se pone a rodar alguna de sus películas, esos (17) trozos de vida que conforman su filmografía?
Parte de la respuesta puede estar en Los abrazos rotos, una historia de amores que están muertos -¡amortajados!- y amores -pasiones- que tienen que morir para ser eternos. Pero también de personajes que respiran del cine y por el cine. Que se sienten más vivos en un rodaje que en la vida cotidiana, como el mismo cineasta manchego.
Harry Caine (Lluis Homar) es un escritor ciego que da los retoques finales a su último guión, escrito junto a Diego (Tamar Novas), hijo de su amiga y productora, Judit (Blanca Portillo). Estando ella de viaje por trabajo, Diego tiene que ser hospitalizado tras un accidente en una noche de juerga.
La convalecencia será la ocasión para que Harry desvele al joven el secreto que, como una sombra, se cierne silenciosamente sobre sus vidas y cuya presencia pone de manifiesto la inesperada aparición de Ernesto hijo (Rubén Ochandiano), 14 años después.
Porque Harry fue antes Mateo Blanco, un director de cine que comete el error de encontrarse con su mujer fatal, Lena (Penélope Cruz), amante de un financiero rico, Ernesto padre (José Luis Gómez).
Ella se convertirá en la estrella y él en el productor de la película, una comedia titulada Chicas y maletas que versiona Mujeres al borde de un ataque de nervios. Un amor a cuatro ("Usted dice Love, yo digo Sexo", afirma la 'eterna portera' Chus Lampreave) que en el universo almodovariano no podrá resolverse sin pasión, drama y dolor. Aunque también con risas. Y, esta vez, también con fuertes dosis de cine negro.
"Las películas hay que terminarlas aunque sea a ciegas", dice Harry-Mateo. También la vida. Por eso, como en una sala de montaje, como en el making of que nos trae el DVD de una película, el espectador conocerá con Diego la historia de amor que se tejió en torno al rodaje de Chicas y maletas.
Y al enfrentarse a la verdad, al recomponer con los recuerdos de unos y otros la fotografía que años antes se había hecho añicos, Harry podrá redimirse y volver a ser Mateo. Podrá así seguir su vida, aunque sea a ciegas.