El precursor español de Bernard Madoff
Dos décadas antes de que Bernard Madoff perpetrara la mayor estafa de la historia, un amable director bancario de Santander, que incluso había arriesgado su vida para detener a un atracador, provocó en España un fraude multimillonario con sus mismos reclamos: alto rendimiento para clientes exclusivos.
José Pérez Díaz, más conocido como Pepe, el del Popular, era toda una estrella en la sociedad santanderina de finales de los 80 y principios de los 90, el director cuyo talento para las relaciones públicas y la captación de clientes había conseguido convertir a la sucursal del Banco Popular en Puertochico en la principal oficina de la entidad bancaria en Cantabria.
"Uno era el último de la clase si no tenía libreta con él". Con esas palabras resumió hace cuatro años quién era Pepe una de las seis personas que se sentó en el banquillo en la Audiencia de Cantabria para responder por el agujero de más de 6.000 millones de pesetas de la época (36 millones de euros) que provocó el prófugo detenido este miércoles en México.
Talento comercial
Bernardino Sánchez Lastra, que resultó absuelto de cualquier responsabilidad penal en relación a esos hechos, había remitido a Pepe a varios clientes y con el tiempo acabó cobrando comisiones por captarle depositantes. "Lo realmente decisivo para mí fue que cantidad de gente formada, de profesionales de todo tipo, de inversores importantes... todos estaban con él", relató en su declaración ante el tribunal.
Pérez Díaz ofrecía a quien le confiaba sus depósitos lo que entonces se conocía como extratipos, o lo que es lo mismo, una rentabilidad superior a la que oficialmente manejaba el banco. Pero, también, la posibilidad de reducir toda la operación a una libreta donde, en muchos casos, del cliente sólo constaban las iniciales. Para Sánchez Lastra, era evidente que se trataba de productos opacos a Hacienda. "Era público y notorio", dijo.
Su testimonio no fue el único que dejó constancia en el juicio de lo que Pepe, en el Popular representaba en Santander. Otro de los imputados posteriormente absueltos, el ex empleado del banco José Carlos Chaves, relató que el talento comercial de Pepe consiguió que su sucursal se convirtiera en poco tiempo en la más importante de Cantabria, hasta el punto de que sus clientes "esperaban horas" para hablar directamente con él.
"Aquello parecía una consulta médica. Había gente que esperaba bastantes horas hasta que les atendía el director", que era quien se ocupaba de los clientes "importantes" y el que manejaba "las otras cartillas", ésas que no pasaban por el control mecánico del banco, manifestó este oficial bancario ante la Audiencia de Cantabria.
Una huída de 18 años
A Pérez Díaz le sonrió la suerte hasta el jueves 28 de febrero de 1991. Ese día, el director territorial del Banco Popular para Asturias y Cantabria, Pedro María Martínez Suescun, le telefoneó para comunicarle que a la semana siguiente se iba a realizar una inspección de su oficina, porque se habían detectado "anomalías".
El lunes 4 de marzo, Pepe asistió al velatorio de un compañero de trabajo, un cajero que en 1989 le había ayudado a detener a un atracador que intentó asaltar su sucursal armado con una escopeta de cañones recortados. Fue la última vez que se le vio en Santander.
Cuando al día a siguiente el director regional del Banco Popular se personó en la sucursal para pedirle explicaciones, Pérez Díaz ya no estaba. Ése martes comenzó una huida que terminó el lunes pasado, cuando fue arrestado en Ciudad de México, tras haber logrado evitar a la policía y a la justicia española durante 18 años, oculto tras la falsa identidad de un representante comercial afincado en Veracruz.
Con su huida, Pepe dejó tras de sí una banca paralela con más de 250 perjudicados, entre los que figuraban reputados empresarios, inversores e instituciones y entidades como la Cámara de la Propiedad Urbana de Cantabria, el Casino de El Sardinero, el Igualatorio Médico Quirúrgico, la Mutualidad de Previsión Social o la Asociación de la Prensa de Cantabria.