Empresarios con escrúpulos obligados a despedir
- Raquel Jiménez ha tenido que prescindir de los tres empleados de su peluquería
- Las facturas se acumulaban y no había otra salida para salvar el negocio
- Los pequeños y medianos sustentan el 80% del empleo en nuestro país
- Esta peluquera rebajaría los impuestos para poder subir el sueldo al empleado
- No descarta vender su negocio para buscar trabajo por cuenta ajena
Despedir. Ésa era la única solución que encontró Raquel Jiménez para sacar adelante su negocio, una pequeña peluquería situada en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Las facturas se acumulaban y la visitas de los clientes se espaciaban cada vez más en el tiempo. La situación se volvió insostenible y, finalmente, prescindió de los tres trabajadores que tenía en plantilla. El suyo es el caso de otros muchos empresarios con escrúpulos, a los que la crisis ha obligado a despedir a sus empleados, muy a su pesar.
"No es agradable, porque es gente con la que llevas trabajando muchos años. Ves que caen en paro y no sabes cuándo van a salir", dice esta empresaria de 30 años, que hace sólo cinco puso marcha Nydias Peluquería, un pequeño comercio que levantó con gran esfuerzo y una importante inversión de capital.
La última empleada a la que despidió fue su propia prima, que trabajaba como esteticista junto a ella. Esta decisión terminó afectando a las relaciones familiares, pero Raquel cree que hay que "ponerse en mi situación y ver que no había forma de seguir manteniéndola en nómina".
"Intentamos negociar una reducción de jornada pero, a la hora de la verdad, eso no solucionaba nada, porque ella no podía mantenerse con la mitad del sueldo. Así que optamos por un despido", recuerda Raquel, que ahora sufre las consecuencias de esta medida. "Yo sí que necesito a alguien media jornada, pero al haber tenido que despedirla, ahora la Seguridad Social no me bonifica con un descuento al realizar un nuevo contrato, porque sobre mí pesa un despido", comenta.
"El empresario no es el enemigo"
Sobre los hombros de pequeños y medianos empresarios como Raquel recae el peso de casi el 80% de los puestos de trabajo que existen en España. Pequeños negocios que dan de comer a millones de familias en nuestro país y que están siendo especialmente sacudidos por la crisis.
"El problema que hay en España es que muchas veces nos olvidamos que la empresa la hacemos entre todos, que el empresario no es el enemigo", asegura Raquel, que reconce haberse sentido en tiempos de bonanza "acosada" por algunos de sus empleados, que pedían más y más para continuar en la empresa. "Ellos sabían que yo les necesitaba y estiraban y estiraban la cuerda pidiendo cada día más cosas".
La mayor carencia que Raquel encuentra en las políticas laborales emprendidas desde el Gobierno es la falta de ayudas para los autónomos. "Si nos rebajaran los impuestos a los autónomos, podríamos aumentar el sueldo a los empleados. Ellos son los que realmente lo necesitan", dice resignada.
Cuando el negocio vivía buenos tiempos, pidió un crédito al ICO de 32.000 euros para ampliar la empresa haciendo reforma en el local anexo. Ahora, tres años depués, continúa pagando aunque hace meses que tuvo que prescindir de los nuevos puestos. De momento, no se plantea medidas drásticas, aunque no descarta desprenderse del negocio para buscar un trabajo por cuenta ajena. Sólo el tiempo dirá si los recortes de plantilla le han servido, al menos, para salvar este proyecto que nació desde la ilusión.