Benedicto XVI pide la prohibición de las minas antipersona
- El Papa celebra el Domingo de Ramos ante miles de fieles
- Benedicto XVI pide a los países europeos más sensibilidad con los inmigrantes
- Ha recordado a los más de 200 ilegales que naufragaron en el Mediterráneo
El papa Benedicto XVI ha pedido este domingo la prohibición de las minas antipersonas y ha exigido que se garantice la ayuda a las víctimas de los conflictos armados.
Durante el Ángelus que ha pronunciado tras la misa del Domingo de Ramos, el Papa ha subrayado la necesidad de que todos los países firmen un tratado de la ONU contra las minas antipersona y ha pedido "una estrategia coordinada urgente" entre la Unión Europea y los estados africanos para "impedir que los inmigrantes recurran a traficantes sin escrúpulos".
Ante una plaza de San Pedro repleta de fieles, entre ellos miles de jóvenes, Benedicto XVI ha centrado buena parte de su discurso en solicitar a los países europeos que no se resignen a las tragedias de los inmigrantes que tratan de llegar a sus costas.
En ese sentido, ha recordado a "los hermanos y hermanas africanos" que han perdido la vida hace pocos días en las barcas naufragadas en el Mediterráneo, en referencia a los más de 200 desaparecidos en el naufragio de una embarcación de emigrantes ilegales frente a las costas de Libia en los últimos días de marzo.
Exaltación del sacrificio
La homilía del Papa Ratzinger ha estado dedicada a la necesidad de sacrificarse para tener una vida plena, y en su discurso aseguró que no existe vida exitosa "sin sacrificio".
"Si echo la vista atrás sobre mi vida personal, debo decir que justamente los momentos en los que he dicho sí a una renuncia han sido momento grandes e importantes de mi vida", ha asegurado en la plaza de San Pedro, repleta de católicos que portaban ramas de palma y de olivo.
El Papa ha subrayado la universalidad de la Iglesia, y que su catolicidad deriva de la renuncia.
Tras la misa, la delegación española, comandada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y los obispos auxiliares de Madrid, César Franco y Juan Antonio Martínez Camino, ha recogido la cruz de la XXVII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de manos de la delegación australiana.
Los numerosos representación españoles en la plaza de San Pedro, que en su mayoría vestían camisetas rojas y portaban numerosas pancartas y banderas, han dado vivas al Papa una vez terminada la ceremonia.
La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud llegará a Madrid el Viernes Santo 19 de abril, y será trasladada en procesión por varias calles céntricas hasta la catedral de la Almudena.
Está previsto que el Papa acuda al encuentro mundial con los jóvenes, que se celebrará presumiblemente en el aeródromo de Cuatro Vientos, en las afueras de Madrid, ya utilizado en mayo de 2003 durante la visita del papa Juan Pablo II a la capital española.