Un bebé que empezó a gestarse hace 22 años
- Un hombre fecunda a su mujer con una muestra de semen congelada en 1986
- Su madre le dijo con 17 años que lo donase porque padecía cáncer
- El tratamiento de quimioterapia le dejó infértil pese a que se recuperó de la enfermedad
- Se trata de la muestra más antigua utilizada con éxito para la reproducción asistida
Con 17 años, Chris Biblis recibió el encargo de su madre más extraño que había oído en su vida. No quería que fregase los platos ni que recogiese su habitación, sino que se plantase en un instituto de fertilidad para donar su semen. 22 años después, esa orden aparentemente absurda ha hecho que por primera vez se convierta en padre, pese a no poder tener hijos.
La respuesta está en el cáncer que padecía ya desde los 13 años y que le dejaría infértil posteriormente por el tratamiento de quimioterapia al que se sometió. Por eso, un 25 de abril de 1986, Biblis donó su semen en un banco de Atlanta (Estados Unidos)...antes incluso de que el tratamiento que ha hecho posible el nacimiento de su hija se hubiese inventado.
"Yo intentaba pasar el instituto y vivir día a día, esperando poder hacerlo honestamente", ha detallado Biblis en declaraciones a la cadena estadounidense ABC recogidas por el rotativo británico The Guardian. "La cosa más lejana que tenía en mi mente era casarme o tener un hijo", ha añadido.
Esperma congelado
Sin embargo, Biblis se recuperó unos años después y se casó con Melodie, una enfermera que ahora tiene 33 años. La pareja tiene una salud excelente y lleva años buscando tener un hijo de manera natural, pero la quimioterapia lo ha hecho imposible.
Por eso acudieron al semen que Chris tenía congelado -la muestra más antigua que ha dado lugar a un niño- y la enviaron a un centro de medicina reproductiva de la ciudad de Charlotte.
Allí el doctor Richard Wing comprobó que un tercio del esperma revivía y empezaba a mostrarse activo. De él se extrajo una parte que fuese viable y se inyectó en los óvulos de la esposa de Bible en varias ocasiones.
Posteriormente, dejaron crecer unos días los embriones hasta que se escogieron los mejores en tamaño y forma y se introdujeron en el útero de la madre. El resultado ha nacido el pasado 25 de febrero y se llama Stella, una niña sana cuya vida empezó, en cierto sentido, un día de abril de 1986.