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La crisis obliga al Kremlin a abrirse a la democracia

  • Medvedev da un giro a la política de Putin y pide competencia política en Rusia
  • Se reúne con dirigentes pro derechos humanos y les pide colaboración contra la crisis
  • Asegura que la prosperidad y el desarrollo no puede frenar las libertades públicas
  • Además, concede su primera entrevista a un periódico libre, el de Anna Politovskaya

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El redactor jefe del periódico Novaya Gazeta, durante su histórica entrevista con el presidente ruso.
El redactor jefe del periódico Novaya Gazeta, durante su histórica entrevista con el presidente ruso.

"La estabilidad y una vida próspera no pueden ponerse contra una serie de derechos y libertades políticas". Con estas palabras el presidente ruso, Dmitri Medvedev, ha roto, al menos sobre el papel, con ocho años de política de su predecesor y ahora primer ministro, Vladimir Putin, enfrentado a la oposición y que ha acumulado poder en manos del Kremlin.

Más importante aún, estas palabras no fueron dichas en una rueda de prensa, sino en su primera entrevista con un periódico libre de su país, la Novaya Gazeta, un medio perseguido primero e ignorado después por Putin, cuya periodista estrella, Anna Politovskaya, fue asesinada en extrañas circunstancias.

Para cerrar el círculo, el asunto que centró las denuncias de la periodista, la labor del ejército ruso en esta república caucásica, acaba de tener un brusco final al levantar el régimen de operación antiterrorista en tan sólo diez años.

Esta cadena de gestos en tan sólo unas horas -el último, una reunión a puerta cerrada con activistas pro derechos humanos cuyo contenido ha sido desvelado por el propio Kremlin- muestran un giro copernicano en la política rusa en las mismas narices de Putin.

Unidos contra la crisis

La razón: evitar que los duros efectos de la crisis económica puedan provocar un levantamiento en la opinión pública liderados por las fuerzas de la oposición.

"Es evidente que en tiempos de crisis debemos pensar en reforzar el entendimiendo mutuo y la confianza entre el estado y la sociedad civil. Sin esto no seremos capaces de superar la crisis", ha vaticinado Medvedev ante los activistas.

A cambio de esta confianza, el presidente ruso ha ofrecido dos cosas: primero, restaurar la competición entre fuerzas políticas en su país, en lo que es un reconocimiento implícito de que esa competencia no existe (el partido de Putin, Rusia Unida, tiene una mayoría aplastante en el parlamento y controla los gobiernos de las regiones).

Por otro, una posible enmienda de la ley de 2005 que convierte a las Organizaciones No Gubernamentales en enemigas del estado.

"No hay un intento tal. Los auténticos criminales que están tratando de poner en peligro los avances del estado nunca se han registrado en estas organizaciones, su actividad va por cauces diferentes", ha reconocido Medvedev ante los activistas.

"Está claro que vuestro trabajo no es fácil", le dijo al presidente del Consejo de Derechos Humanos.

Eso sí, estas palabras no significan que Medvedev reconozca una caída de las libertades en el mandato de su predecesor ni que haya un enfrentamiento público entre él y Putin.

Sin críticas a Putin

"La misma elección de Medvedev como presidente mostró que Putin estaba listo para una cierta corrección de su estilo político. Lo que ocurrirá será una liberalización suave. Esto es una señal a las élites de que la prohibición de la competición política ha acabado", ha asegurado Boris Makarenko, analista del think-tank INSOR, cercano al Kremlin.

"La crisis sólo ha hecho estos pasos más urgentes", ha añadido.

Por su parte, el presidente en la transcripción del Kremlin se cuida de criticar a Putin al negarse "a dividir las relaciones entre el estado y la sociedad civil en varios periodos o relacionarlos con ciertas personas o jefes de Estado".

El alcance de este cambio -real o cosmético- dependerá de cómo se responda a las exigencias que le hizo Yelena Panfilova, de Transparencia Internacional, tras escuchar sus palabras.

"Elecciones libres, verdadera competición política...son los absolutos instrumentos de control civil y, por supuesto, prensa libre ".