La defensa de Navarro dice que los turcos "tenían prisa" y que hicieron "desaparecer restos"
- Visto para sentencia el juicio sobre las identificaciones erróneas del caso Yak-42
- El general Vicente Navarro se ha declarado inocente en su alegato final
- Su abogado acusa a los turcos de "hacer desaparecer" la bolsa número 42
- Navarro dice que intentó dulcificar la situación traumática de las familias
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La defensa del general Vicente Navarro, principal acusado en el juicio del Yak-42, asegura que los turcos eran "los que tenían prisa" y que hicieron "desaparecer restos", para ajustar el número de bolsas a la lista oficial de víctimas, en la novena y última sesión del juicio.
En su alegato final del juicio, que ha quedado visto para sentencia, el general Navarro ha recordado sus 44 años al servicio de la medicina y ha subrayado que pusieron "todos los medios técnicos en aquel infierno" y que el vió "uno por uno a los 62 muertos españoles".
En su turno de última palabra, Navarro se ha declarado inocente y ha dicho que intentó "dulcificar" las circunstancias de la muerte a los familiares.
Según ha explicado, su cometido tras el siniestro era "para que esas familias no siguieran torturándose y no siguieran dando vueltas a algo irremediable".
El general se ha defendido diciendo que no es "esquizofrénico" y que no obtenía ningún beneficio de hacer "una interpretación perversa del asunto" y se ha declarado inocente ante el juez.
Navarro ha insistido en que había llegado al punto más alto de su carrera militar, general de división, y que tras una vida en la que "ha hecho el bien" no iba a ponerse a "hacer daño" a las familias de las víctimas porque sería una "perversión, absolutamente inexplicable".
El abogado del comandante José Ramírez y del capitán Miguel Sáez, los otros dos acusados en el juicio, atribuyó al general Navarro "el dominio del acto" de reconocimiento y repatriación de los cadáveres, y aseguró que los indicios aportados por el fiscal "no afectan" a sus clientes.
Durante su intervención, el letrado de Navarro, Ramiro Guardiola, aseguró que a los turcos "se les fue de las manos" el proceso de identificación y cuestionó la veracidad del acta de entrega de los cuerpos.
Bolsa con restos desaparecida
Guardiola ha acusado además a los forenses turcos de "hacer desaparecer" la bolsa número 42 "porque ya no servía para nada, ya que tenían los 74 cuerpos", los 62 militares españoles y la tripulación de 12 ucranianos muertos el 26 de mayo de 2003 en Trebisonda.
El letrado, que pidió la libre absolución de su cliente, sostuvo que Navarro "no tenía prisa" para efectuar el traslado de cadáveres a España, sino que eran las autoridades turcas las que quisieron acelerar los trabajos. Argumenta que dos días después del accidente, "habían elaborado" el acta de entrega de los cuerpos, "en virtud de la cual saldrían los cadáveres ese mismo día".
Guardiola indicó que las "prisas" del equipo español, reconocidas por testigos como el capitán enfermero Antonio González, no se corresponden con el testimonio de los funerarios que enferetraron los cadáveres, que "reconocieron que fueron preguntados si querían parar", ni con el de los tripulantes de los aviones enviados desde España, "a los que se dijo que se fueran a dormir".
De igual modo, sostuvo que el acta de entrega de los cuerpos que elaboraron las autoridades turcas, en la que se advertía de que 30 cuerpos estaban sin identificar, "no goza de la veracidad inmaculada que se la ha venido otorgando", ya que contenía "menciones falsas" y, en uno de los casos, se confeccionó a partir de "un cambalache de restos", algunos de los cuales "tuvieron que hacer desaparecer".
Cuestiona la veracidad del acta
"¿Qué credibilidad se puede dar a esa acta de autopsias y, en consecuencia, qué valor incriminatorio puede tener?", se preguntó. "Ninguno, salvo que queramos dar carta de naturaleza que contiene menciones falsas y realizada por personal turco que no reparó en su día en atribuir delictivamente a conjunto de restos que no eran una persona", apostilló el abogado de Navarro, que ha cuestionado durante su intervención la veracidad del acta de entrega de los cuerpos que realizaron los turcos.
En otro momento, defendió que su representado "no se equivocó al hacer las identificaciones". "Es distinto errar en la identificación en un periodo de treinta y tantas horas y en un escenario dantesco, como era la morgue, que errar en una identificación al cabo de cinco años de instrucción y en la paz y en la quietud de los despachos de la Fiscalía de la Audiencia Nacional", dijo.
También sostuvo que la lista de 62 fallecidos y las notas de campo tomadas por Ramírez y Sáez no constituyen documentos oficiales, por lo que "no obran en autos ni tienen valor probatorio". "¿Qué beneficio podría obtener el general Navarro por falsear los certificados?", se cuestionó antes de asegurar que "un cadáver no tiene protección penal".
En esta línea de argumentación, recalcó que testigos como el teniente general José Antonio Beltrán, coordinador de las tareas de repatriación, confirmaron que las labores de identificación fueron realizadas en su totalidad por las autoridades turcas, que, según apuntó, también asumieron la cadena de custodia de los restos y las tareas de enferetrado.
Por su parte, el abogado del Estado pidió al tribunal que la responsabilidad civil subsidiaria que pudiera acordarse en la sentencia recaiga en las aseguradoras que habían firmado una póliza con el Ministerio de Defensa.