RBS reclama 45.000 euros a una adolescente por los daños sufridos en su sede en la cumbre del G-20
A un lado del estrado, Royal Bank of Scotland, un gigante bancario parcialmente nacionalizado por la crisis y que debe cerca de dos billones de libras por la mala gestión de sus anteriores gestores, alguno de los cuales han cobrado pensiones multimillonarias.
En el otro, una adolescente de 17 años en paro que en la pasada cumbre del G-20 fue detenida rompiendo equipamiento informático en la sede del banco durante los incidentes que se produjeron en la City londinense.
Ahora, un tribunal de menores del oeste de Londres ha recibido la 'cuenta' realizada por el banco -en el que se incluyen los cristales de las ventanas rotas y varias piezas de material informático- que asciende a unas 40.000 libras, unos 45.000 euros.
La factura completa
Según ha informado la fiscal del caso, Ann Crighton, lejos de ver el asunto como una travesura juvenil, RBS ha pedido que se le compense la totalidad de la factura.
Por su parte, Miranda Ching, la abogada de la adolescente, que ha admitido los cargos de robo y haber causado daño criminal, "esta petición está totalmente justificada, porque una cantidad sustancial del daño criminal causado fue provocado como una masa por otras personas".
Además, ha subrayado que la chica sobrevive gracias a la ayuda de sus amigos y familia, por lo que no tiene ingresos y no podría hacer frente a ese pago.
En la versión que la joven ha dado al fiscal, ella admite haber roto el cordón policial para rescatar a algunos de sus amigos que habían quedado atrapados.
El calor del momento
Eso provocó que fuese empujada hacia adelante con la multitud y en ese momento escuchó el ruido de cristales rotos y a gente entrando en el banco. Alguna de las personas que entraron eran sus amigos y conocidos, con los que, según sus palabras, se dejó llevar por el calor del momento.
De esta forma, terminó lanzando un ordenador por la ventana, cuyo pago es el único que está dispuesto a realizar.
Por el momento y tras esta declaración la adolescente ha sido condenada a ocho meses de trabajo comunitario para reparar el daño causado y a una pequeña multa económica, así como a escribir una carta de disculpa y a comprometerse a que no volverá a cometer más crímenes.