Los birmanos, olvidados un año después del Nargis
- El ciclón causó la muerte de 140.000 personas y dejó a dos millones sin hogar
- Muchas siguen sin refugio y los expertos denuncian que ha llegado poca ayuda
- Los generales vuelven a rechazar a los cooperantes que tanto tardaron en aceptar
- Algunos países recelan del destino que el férreo régimen militar da al dinero
Un año después del mortífero paso del ciclón Nargis, los birmanos pueden quedarse en el olvido y de nuevo a merced de la naturaleza. La Junta Militar planea restringir la labor de los cooperantes y los países recelan de lo que hace el régimen con las ayudas. Además, todavía faltan muchos refugios.
En vísperas del aniversario la tragedia, la ONU ha llamado la atención de la comunidad internacional ya que todavía hay "necesidades considerables", las más básicas en la construcción de alojamientos ya que más de dos millones de personas se quedaron sin techo.
Al menos 140.000 personas murieron en el delta del Irrawaddy y la región de Rangún que quedaron devastadas por el Nargis entre el 2 y el 3 de mayo del 2008. Pese a todo, las autoridades de uno de los regímenes más rígidos del mundo se negaron inicialmente a aceptar la ayuda internacional.
No fue hasta tres semanas después cuando el secretario general de la ONU en persona, Ban Ki-Moon, convenció a los generales para que abrieran la puerta por el alto riesgo de hambruna. Hoy, el paupérrimo país sigue en una precaria situación humanitaria, según lasONG.
"Si el mundo no sigue aportando los recursos necesarios, estará abandonando a las víctimas", ha advertido el ex portavoz de Naciones Unidas Richard Horsey. Según este experto, los supervivientes apenas han recibido una décima parte de la ayuda con la que contó la región indonesia de Aceh tras el tsunami del 2004.
El duro régimen
Y lo peor es que los 691 millones que los países habían prometido para los próximos tres años están en el aire por la actitud del régimen. "La gente desconfía de lo que el gobierno puede hacer con el dinero", explica Horsey. En su día ya hubo denuncias por las condiciones que imponían los militares para dar la ayuda más básica a la población.
Sólo unos meses antes del ciclón, decenas de birmanos murieron a manos de las fuerzas de seguridad en las manifestaciones que lideraron los monjes budistas, la conocida como Revolución Azafrán. Tras casi medio siglo gobernando el país con mano de hierro, el régimen quiso dar a la población la apariencia de avanzar con la redacción de una constitución, que sometió a referéndum cuando todavía no se habían retirado las aguas del Nargis.
Al menos 2.100 opositores permanecen en cárceles o en arresto domiciliaria, como la premio Nobel de la paz Aung San Suu Kyi.
Aunque las esperanzas de cambio tras la revuelta y el Nargis "no eran realistas", Horsey sí estima como positivo que las partes han retirado algunas "suspicacias" y que se estableciera un mecanismo tripartito de coordinación entre la Junta, la ONU y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean).
Recientemente, el régimen parece que ha dado marcha atrás al endurecer las condiciones para conceder visados. El Programa Alimentario Mundial de la ONU ya ha expresado su preocupación por esta cuestión.