Antonio Vega, la fragilidad del acero
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Con Antonio Vega supimos que la realidad era inhóspita, que el ser humano estaba solo, que las relaciones amorosas dependían de inciertas conexiones. Recordatorios que resultaban chocantes en aquellos primeros años de la 'nueva ola' (luego, 'movida'), marcados por el frenesí, el ansía de comerse la noche a dentelladas.
Los discos de Nacha Pop reflejaban esa doble visión: las canciones de Nacho García Vega retrataban la urgencia del momento, el carpe diem de una generación que accedía a las libertades de aquella frágil democracia; por el contrario, las de Antonio avisaban de las incertidumbres, prevenían contra las traiciones, anticipaban las caídas.
Frustrado aspirante a piloto de aviación, aficionado a la astronomía, Antonio parecía querer situarse en la inmensidad del universo, buscar su lugar. Sus canciones destilaban reflexiones en un lenguaje opaco, que de alguna manera se universalizaban con su voz. Se abrían a interpretaciones variadas: "Lucha de gigantes" pertenecía seguramente a la categoría de las experiencias oníricas pero un admirador del cine, el mexicano Alejandro González Iñárritu, utilizaba el tema como fondo para una golpiza brutal en "Amores perros".
Ya en solitario, la música de Antonio se destensó. Los esquemas de la "new wave" cedieron a un abanico de fórmulas sonoras filtradas por su sensibilidad: rumba, coplas, algún bolero, modos de trovador, exploraciones instrumentales, sofisticaciones de músicos profesionales. A la vez, sus letras se reconcentraron: desaparecían las referencias a lugares de reunión, se evaporaban las crónicas de la carretera, se prescindía de las crónicas juveniles de incertidumbres amorosas.
Antonio profundizaba en su mundo mientras su deterioro físico se hacía evidente. A veces, parecía un caso perdido, talento derrotado por un modo de vida elegido conscientemente. Pero se recuperaba. Tenía a su alrededor un núcleo cambiante de músicos, disqueros, amigos que apostaban por él, le jaleaban, le recordaban su grandeza. Además, había en él un pundonor, un orgullo de creador, cierto compromiso con sus seguidores.
En los tiempos embriagadores de Nacha Pop, llegó a renegar de su mayor éxito -"Chica de ayer"- pero finalmente asumió lo inevitable: para el público masivo, quizás él sería siempre un autor de una sola canción; los que tenían oídos curiosos sabían que allí estaba un artista mayor, un poeta eléctrico, un aprendiz que ascendió a maestro.
Este 12 de mayo Antonio Vega nos ha dejado a los 51 años a causa de un cáncer de pulmón. Siempre nos quedarán sus canciones.