Regreso a la España 'quinqui' de 'El Vaquilla' y 'El Jaro'
- El CCCB de Barcelona se aproxima al fenómeno con una exposición
- El germen de la cultura 'quinqui' es el cine sobre la delincuencia juvenil de 1978 a 1985
- Barrios periféricos como La Mina, en Barcelona, y San Blas, en Madrid, territorio germinal
- 'El Vaquilla' y 'El Jaro' quedaron inmortalizados en Navajeros y Yo, el Vaquilla
La España de la heroína, la delincuencia juvenil y las películas que lo retrataban. Así era la España 'quinqui' de los años 80, que ahora regresa al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) en forma de exposición, que supone la primera aproximación al fenómeno y la cultura "quinqui", acuñada por el cine en relación a la delincuencia juvenil en España entre 1978 y 1985.
Mery Cuesta, comisaria de la exposición "Quinquis de los 80. Cine, prensa y calle", ha explicado que el germen de esa cultura es el cine: "Consideramos el cine quinqui como un género cinematográfico bautizado desde el entorno popular, que no ha recibido esa consideración en el ámbito académico".
Carteles, fotocromos y guías de prensa demuestran que la producción de películas sobre delincuencia juvenil en la España de los 80 fue muy prolífica (unos 30 filmes entre 1978 y 1985) y gozó de una calurosa acogida.
Hoy en día, algunas de estas películas siguen encabezando el ránking de las más taquilleras del cine español, con más de un millón de espectadores, recuerda Amanda Cuesta, también comisaria de la muestra.
En el ecuador de la exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 6 de septiembre, se muestra el contexto socioeconómico en el que germinó la cultura quinqui.
Paro y crisis = marginación
Los barrios creados en los años 60 para absorber al mayor número de chabolistas en el menor tiempo posible y al coste más bajo dio lugar a "un urbanismo de pésima calidad", con unos barrios mal comunicados que carecían de los servicios más básicos, como alcantarillado, escuelas o ambulatorios.
Según las comisarias, esa situación, lejos de resolver los problemas sociales derivados de la inmigración masiva y el desarraigo, no hicieron más que maquillarlos y trasladarlos a la periferia.
La crisis económica de los 70 y los elevados índices de paro, especialmente entre los jóvenes, convirtieron estos barrios en el territorio germinal del quinqui, un fenómeno analizado en el CCCB a partir de tres casos: el barrio de La Mina en Barcelona, Otxarkoaga en Bilbao y San Blas en Madrid.
Una serie de máquinas recreativas -marcianitos, ping-ball, comecocos- con las que los visitantes pueden jugar evoca las nuevas formas de ocio que, según Amanda Cuesta, "conectan, por primera vez en nuestro país, a aquella generación de jóvenes de los 70 con la industria de la cultura juvenil en su contexto internacional y sus formas de consumo capitalista".
La recreación de ese mundo se completa con la música de grupos como Las Grecas, Los Chichos, Burning o Eskorbuto.
Iconos adolescentes
Amanda Cuesta asegura que "no se trata de una exposición sobre los delincuentes, sino sobre la construcción del mito alrededor de esos jóvenes delincuentes".
La presencia que los jóvenes delincuentes tenían en los medios de comunicación y en la prensa amarilla (El Caso) es, según las comisarias, "clave para entender la conversión de esos adolescentes en iconos".
'El Vaquilla' y 'El Jaro' son las estrellas más brillantes de ese universo, auténticos héroes de la marginalidad gracias a los biopics cinematográficos: Navajeros, la saga Perros callejeros y Yo, El Vaquilla.
Un mito que todavía sigue vivo, sobre todo en Internet, en el cine documental y "a través de la gran influencia que este cine ha ejercido y ejerce en la producción cinematográfica latinoamericana actual".
Para José Guirao, director de La Casa Encendida de Madrid, donde se exhibirá la exposición posteriormente, "en pocas ocasiones lo periférico y lo marginal han tenido tanta presencia en la cultura española".