El movimiento femenino iraní, en campaña contra la reelección de Ahmadineyad
- Las mujeres aprovechan el clima de mayor libertad de la campaña electoral
- Critican que en los últimos cuatro años han sido una "desgracia" para las iraníes
- "Si nos mantenemos en silencio ganará Ahmadineyad, si votamos quizá esto cambiará"
- Karrubí y Musaví, candidatos preferidos por los movimientos femeninos
- La mujer de Musaví, estrella inesperada de la campaña al intervenir junto a su marido
El movimiento femenino iraní, reprimido durante los últimos cuatro años, ha decidido aventar sus miedos y volver a la calle para tratar de evitar la reelección del actual presidente, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad.
Jila Mohabet Khanahi tiene algo más de sesenta años, la mirada vivaz y el rostro marcado por el surco de las trincheras femeninas a las que ha dedicado su vida. Es de últimas en salir de la reducida habitación de la que medio centenar de miembros de Movimiento Coaligado de Mujeres contra la Discriminación (MCMD), que engloba a las principales plataformas femeninas, se reunieron el lunes para coordinar su acción de cara a las elecciones presidenciales del próximo 12 de junio.
La táctica adoptada es muy sencilla, aunque no exenta de riesgos: aprovechar el clima de mayor libertad que propicia la campaña electoral para regresar a los barrios y alentar a las mujeres a que voten. "Estamos ante una gran oportunidad para las mujeres. Debemos gritar que esta vía es errónea. Si nos mantenemos en silencio ganará Ahmadineyad, pero si votamos quizá esto pueda cambiar", asegura Khanahi, una de las 42 mujeres que presentó su candidatura a la presidencia del país.
Al igual que todas sus compañeras, su instancia fue rechazada por el poderoso Consejo de Guardianes, segundo órgano de poder en Irán y máximo responsable del proceso electoral. Una hora y media antes, la habitación era un hervidero de mujeres llegadas desde todos los rincones de Teherán. No hay un patrón físico o social que las una.
Partidarias de Karrubí y Musaví
Son mujeres jóvenes y maduras, madres, hijas y abuelas, seguidoras del reformista Mehdi Karrubí o del independiente pro aperturista, Mir Husein Musaví, movilizadas con un único objetivo a corto plazo. "No tomamos partido por uno u otro candidato. Nuestro objetivo es que las mujeres acudan dentro de diez días a las urnas. Solo les recomendamos que voten a aquel que crean que mejor defiende sus intereses como mujer", explica Zhila Baniyaghoob, editora jefe de la web femenina www.irwomen.com.
Ella, como el resto de las responsables de los movimientos allí reunidos, coinciden en que la ascensión al poder hace cuatro años del actual mandatario fue una desgracia para las iraníes. Afirman que su mandato se ha caracterizado por el obstrucionismo, la persecución y el incremento de la presión a través de los cuerpos de represión del Estado, como la Policía moral.
La actividad de las organizaciones no gubernamentales y similares ha sufrido un fuerte retroceso, dicen, debido a los múltiples permisos y trámites que ha impuesto el actual Gobierno.
En 2005, año en que Ahmadineyad llegó ganó las elecciones, la abogada Shadi Sadr, una de las promotoras del MCMD, fue encarcelada tras fomentar una campaña bajo el nombre "un millón de firmas" para frenar en el Parlamento iraní una serie de leyes consideradas machistas. Además, otras muchas fueron perseguidas y acosadas desde el Gobierno, que promovió el cierre de varias publicaciones dedicadas a a temas femeninos.
La esposa de Musaví revive el feminismo iraní
Aún así, la lucha del feminismo iraní no cesó en ningún momento, advierten, aunque en la práctica se han visto obligadas a replegarse a las trincheras. Ahora el movimiento ha resurgido de nuevo impelido por el foco que los candidatos reformistas han colocado en la defensa de los derechos de la mujer.
"El movimiento femenino se ha colocado en la primera línea de la democracia en Irán", asegura la anfitriona de la reunión, Shala Lariji, la primera editora del país. "Hace tres meses no se podía hablar de los derechos de las mujeres, ahora lo hacen en público los candidatos. Hay que aprovecharlo", precisa.
Al reverdecer del activismo femenino también ha contribuido la acción de la estrella inesperada de la campaña electoral, Zahra Rahnavard, esposa de Musaví. Por primera en los treinta años de revolución, una mujer se ha subido al estrado al lado de su marido para arengar a la audiencia y recolectar votos.
Con su inusual actitud Rahnavard no solo ha roto tabúes, si no que logra movilizar a las mujeres, y movilizarlas en favor de su esposo, al que muchas no lograban ver como un verdadero candidato reformista. "El apoyo a Musaví entre las mujeres está creciendo. Su mujer está ayudando mucho, pero también su actitud hacia ella", analiza Baniyaghoob. "Incluso entre las clases más desfavorecidas, que antes apoyaban a Ahmadineyad", tercia Khanahi.
La clave, agrega, será el índice de participación, por eso a partir de este lunes vuelven a la calle a repartir miles de folletos que este lunes doblaban con mimo. Sabemos que no hay democracia, que quizá las elecciones no son limpias, pero hay momentos en los que hay que hacer algo, y este es uno de ellos", apostilla Lahiji.