Obama defiende la bancarrota de General Motors y el futuro de la nueva compañía
- El Gobierno toma el control de GM pero no tiene intención de dirigirla
- Obama justifica la inversión de otros 30.000 millones de dólares
- "Lo hago para proteger a los contribuyentes"
- El colapso de GM hubiera sido devastador para la economía
- Obama confía en que GM saldrá rápidamente de la bancarrota
- Avanza que Chrysler lo hará en los próximos días
Volverá a ser cierto aquello de que "lo que es bueno para GM es bueno para EEUU". Así de contundente se ha mostrado Obama sobre el futuro de la nueva compañía que saldrá de la bancarrota. Una cita atribuida a Charles Wilson, presidente de General Motors a principios de los años 50, cuando la empresa dominaba el mercado automovilístico, el país dirigía el mundo y los intereses de ambos iban de la mano.
Obama ha defendido la intervención del Gobierno estadounidense en la salvación de la compañía. Pondrán otros 30.000 millones de dólares para reestructurarla. El Estado tendrá el 60% del capital, lo que equivale a una nacionalización de facto. "Hago esta inversión para proteger a los contribuyentes", dice, ya que el colapso de GM hubiera sido devastador para innumerables norteamericanos.
Sin embargo, precisa Obama, "actuamos como accionistas reticentes, porque sólo un gobierno puede poner esta cantidad de dinero, pero no tengo ningún interés en dirigirla". Una cautela para un país donde la palabra nacionalización es tabú. A modo de ejemplo, señala que las decisiones puramente empresariales, tales como abrir una fábrica, las seguirán tomando los directivos.
Sacrificios para la siguiente generación
Obama confía en que GM emerja de la bancarrota rápidamente, más fuerte y competitiva. Avisa que llevará más tiempo que con Chrysler, cuya salida ha anunciado para los próximos días, tras recibir el visto bueno en los tribunales para su alianza con Fiat. El consejero delegado de GM, Fritz Henderson, calcula que saldrán de la bancarrota antes de tres meses.
Sin embargo, el Presidente reconoce que los malos tiempos no han terminado. Se perderán más empleos -hasta 24.000-, desaparecerán fábricas y concesionarios. El sindicato mayoritario, UAW, tendrá que financiar los recortes en la cobertura sanitaria de los trabajadores jubilados. Los acreedores han tenido que asumir pérdidas a cambio de una participación de hasta el 25% en el accionariado de la nueva compañía.
"Todos hemos tenido que hacer sacrificios", dice Obama, "necesarios para que una nueva generación pueda tener una compañía viable y competitiva". No era posible seguir con unas prácticas de negocio insostenibles, con una deuda -172.000 millones de dólares- asfixiante, recuerda.
Pero la nueva empresa fabricará coches más pequeños y eficientes, aumentará su cuota de mercado por primera vez en tres décadas y se beneficiará de las ayudas del Gobierno para renovar la flota automovilística del país.