"Si queremos lectores, seamos lectores"
- Familia, escuela y bibliotecas comparten la tarea de animar a la lectura en la infancia
- La clave: entenderla la lectura como una afición, "nunca como una obligación o un castigo"
- Si queremos que lean hace falta comunicación, cariño y grandes dosis de entusiasmo
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Los adultos dicen que leen una media de 9 libros al año y dedica seis horas semanales a la lectura. El índice de lectura se sitúa en el 54% y se eleva hasta el 81,1% entre los niños menores de 13 años, según las estadísticas que elabora la Federación de Gremios de Libreros de España (FGEE).
La lectura nos dota de palabras, nos permite pensar e imaginar y nos abre las puertas de todos los saberes. Por si fuera poco, leer nos mejora como personas, nos proporciona información, reflexión, análisis, esfuerzo, concentración, entretiene, distrae y ayuda al desarrollo del lenguaje oral y escrito.
Carmen Lomas Pastor, especialista en Literatura Infantil y Juvenil, y autora del libro Cómo hacer hijos lectores, asegura que existe una relación directa entre el buen lector y el rendimiento escolar, "el niño que es capaz de entender lo que lee, entiende cualquier materia que le pongan delante".
Los expertos coinciden en que si queremos sembrar en el público más joven la semilla de un buen lector es fundamental rodear a los niños de palabras literarias.
"La clave para formar lectores felices es el contacto con la palabra cantada, recitada y contada desde que son pequeños", afirma la especialista en literatura infantil y juvenil, Raquel López, una de las responsables de la empresa de gestión cultural A Mano Cultura, organizadora del Pabellón Infantil de Feria del Libro de Madrid.
"No leer novelas no es un drama. Es un drama no tener acceso a la información escrita en una sociedad hipercomunicada, que utiliza la palabra escrita como medio para lanzar información, persuadir y en muchos casos engañar", señala Raquel López, quien subraya que "no es lo mismo que a un niño no le guste leer, que no le guste el fútbol".
Además nos advierte: "Si no queremos que la brecha entre los ciudadanos informados y los que permanecen en los márgenes de la comunicación y la cultura sea mayor, hay que fomentar el valor y la presencia de los libros en todos los contextos".
"Todo está preparado para no leer"
Los expertos coinciden: si queremos que lean hace falta comunicación, cariño, dedicación y grandes dosis de entusiasmo.
Sobre todo en una sociedad "donde todo está preparado para no leer", explican desde A Mano Cultura, donde apuestan porque todo el conjunto de la sociedad haga posible la experiencia lectora, "los libreros aconsejando, los padres acercando los libros, la ocasión y la palabra literaria a los niños y los docentes dando ocasiones en los centros escolares para ejercer la lectura verdadera, al margen de los libros de texto, y siendo ejemplo de lectores para sus alumnos".
Se trata de ser capaces de transmitir amor por la lectura y aquí juegan un papel clave la escuela, la familia y las bibliotecas. "Si queremos lectores, seamos lectores. Los niños copian a los adultos. Si nunca nos ven leer; si no nos escuchan leer; si de la lectura nunca se habla, con dificultad la lectura entrará a formar parte de los ciudadanos del futuro", asegura Luis Vázquez, director del Servicio de Orientación de Lectura (SOL).
Qué nos acerca y qué nos aleja de los libros
La autora de Cómo hacer hijos lectores, Carmen Lomas afirma que la clave para fomentar la lectura es entenderla como una afición, "nunca como una obligación o un castigo".
Recomienda que los libros estén presentes en casa, que exista un lugar para leer, si es posible establecer un horario de lectura diario, que los libros sean un regalo habitual -incluso un premio-, enseñar a cuidarlos y conversar sobre las lecturas realizadas en familia favoreciendo el intercambio de opiniones.
Además, hay que intentar evitar recordar constantemente lo bueno que es leer, o echar en cara que no leen o que leen poco. Tampoco deberíamos mandarles un libro que no es de su agrado, relacionar siempre los libros con lo acedémico o exigirles que terminen un libro que comenzaron.
La lectura no puede ser un sustituto de la TV o de los cómics. "El niño debe disfrutar el libro, contarlo, dibujarlo. Hay que respetar el gusto del lector, no hay que empeñarse en que les gusten los mismos libros que nos gustaron a nosotros con su edad", nos aconseja Carmen Lomas, quien subraya que "si respondemos al gusto del niño, cogerá el libro con ilusión".
Una tarea que podemos empezar desde que son bebés para acercarles a un mundo que Italo Calvino relacionó con lo desconocido y mágico: "Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué será...".