El tabaco también aumenta el riesgo de padecer cáncer de riñón
- El tabaquismo aumenta en un 35% el riesgo de padecer cáncer renal
- Esta enfermedad se asocia también al sedentarismo y la mala alimentación
- El número de casos aumenta, sobre todo en personas jóvenes
El tabaco aumenta en un 35% el riesgo de sufrir un cáncer renal, un tumor cuya incidencia ha crecido en la población femenina debido al tabaquismo y a un cambio en los hábitos de vida, como la mala alimentación y el sedentarismo, que han provocado un mayor número de casos de obesidad.
Así se ha puesto de manifiesto durante el 74 Congreso Nacional de la Asociación Española de Urología (AEU), que hasta el próximo lunes reúne a un millar de especialistas en el Centro de Congresos de Feria Valencia.
Según un comunicado del Congreso, además de estos factores, el cáncer renal responde a un fuerte comportamiento hereditario, por lo que aún sigue afectando a dos varones por cada mujer, y solo en las tres últimas décadas se ha duplicado el número de casos que se detecta anualmente hasta los 12 por cada cien mil habitantes.
Aumentan los casos, pero también la detección
Este aumento en el número de casos no solo responde a un mejor diagnóstico sino también al incremento de la incidencia de este tumor en personas más jóvenes, asociado a la comida rápida y falta de ejercicio físico.
Aunque puede aparecer en cualquier etapa de la vida, el rango de edad con mayor incidencia se sitúa entre los 50 y 75 años, y tienen mayor riesgo de desarrollar un tumor de riñón personas que trabajan con disolventes, pinturas o sustancias como el cadmio o el asbesto, propios de la industria del automóvil.
En la actualidad, en torno al 40 ó 50% de los tumores renales se diagnostican en fases en las que aún es posible su curación, aunque la sintomatología suele manifestarse cuando el tumor ya ha adquirido un gran volumen y su detección suele ser casual.
La mortalidad es elevada
A pesar de que cada día se diagnostica un mayor número de casos en fases iniciales, la mortalidad sigue siendo elevada y llega al 40% de los casos y la supervivencia desciende considerablemente del 80 al 20 por ciento a los cinco años, conforme el tumor aumenta de tamaño por encima de los siete centímetros.
En los casos de tumores localizados y menores de 4 centímetros, al paciente se le extirpa solo el tumor, y en la actualidad se está empezando a usar métodos por vía percutánea, como la crioterapia y la radiofrecuencia.
Cuando el cáncer ya se ha diseminado a otros órganos del cuerpo, es preciso utilizar terapia farmacológica y en los últimos años se han ido introduciendo nuevas moléculas que impiden la formación de nuevos vasos sanguíneos que alimentan el tumor, deteniendo así su desarrollo.