Herralde: "El único peligro para la buena literatura es el debilitamiento de las pequeñas librerías"
- La editorial que fundó, Anagrama, cumple 40 años
- ¿El secreto del éxito indie? "Curiosidad, listón alto, tratar a libro y autor con cariño"
- Su pasión editorial "se mantiene milagrosamente sin propósito ni gran esfuerzo" >
- "Hemos cometido errores, pero lo que he hecho no está mal"
Cuando el escritor italiano Cesare Pavese -fundador de la prestigiosa editorial Einaudi, resistente antifascista, comunista- se suicidó en 1950, Jorge Herralde contaba 14 años y su futuro se encaminaba a un cómodo lugar como ingeniero en la empresa metalúrgica familiar, previo paso por la universidad.
Diecinueve años después, los sueños de Herralde se habían emancipado de la trayectoria que para él habían previsto, y el diario de Pavese (El oficio de vivir) se convertía junto a Detalles, de Enzensberger, en el comienzo de la editorial Anagrama, una editorial con vocación radical, "izquierdosa", en la época de la contracultura, las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y el mayo francés.
Cuarenta años más tarde, el barcelonés que recibe al periodista para la enésima entrevista de promoción de la efeméride es uno de los más reputados editores españoles y espejo en el que se miran los jóvenes manufactureros de libros independientes que buscan su hueco en un panorama, el de la literatura de calidad, siempre amenazado.
En el libro que Anagrama publicó de Pavese, éste aseguraba que "no hay nadie que haga un sacrificio sin esperar una compensación; todo es cuestión de mercado". Pero, ¿buscaba Herralde una compensación económica cuando deja su segura vida en la empresa familiar para embarcarse en un proyecto editorial así?
"En el caso de Anagrama -asegura-, la intención nunca fue económica, como se puede ver por el catálogo, poblado, sobre todo en la primera década, de libros francamente difíciles, aparte de que recibíamos muchos obstáculos por parte de la censura, secuestros, procesos, etc."
Herralde y el grupo de sellos barceloneses que nacieron aquellos años, "todos unidos por el progresismo político y el antifranquismo y la vanguardia cultural y estética", creían en el poder transformador de la cultura, al más puro estilo Gramsci. Cuatro décadas después, su radicalismo matizado "consiste en llevar a cabo una política de resistencia respecto a la creciente banalización y estandarización de tanta producción editorial", según escribía en sus Opiniones mohicanas.
...el Régimen franquista empezaba a cuartearse, un poco piano, piano, por desdicha. Todo esto configuraba un clima muy bullicioso y belicoso...
Pero antes de "quemar las naves" por el proyecto Anagrama, Herralde recuerda que hubo "otras ideas o fantasías editoriales".
Editorialmente, "estuvo precedido de un par de epifanías fracasadas, pero fue en octubre del 67 cuando me dije: Ahora, me voy a lanzar a editar solo". Es entonces cuando, "dicho y hecho, me fui a París, estuve una semana visitando a todos los editores, presentando mi proyecto editorial bajo palabra de honor", porque todo, claro, era un proyecto. "Y fui amablemente acogido, y ahí empieza la historia".
... éramos todos muy voluntaristas, amateurs en el mejor sentido de la palabra, ¡en los dos sentidos de la palabra!, estábamos empezando y naturalmente cometíamos errores y al mismo tiempo, amábamos nuestro oficio...
Empieza una historia turbulenta coronada con el éxito. La primera década se cierra a finales de los 70 con el desencanto ideológico y la editorial al borde de la quiebra. Entonces, Anagrama se vuelca en la narrativa creando dos colecciones, "Panorama de narrativas" y "Narrativas hispánicas".
La publicación de Patricia Highsmith o Charles Bukowski salva a la empresa de la quiebra. "Sin abdicar de la calidad literaria y la curiosidad intelectual, -afirma Herralde- se consolida en los 80 y vive sin apreturas financieras". Los años 90 son los del apuntalamiento económico de Anagrama y de la amenaza de la hiperconcentración editorial, amenaza que queda conjurada al menos por ahora con el florecimiento de sellos independientes.
...ahora hay tres grandes grupos, algunas editoriales independientes veteranas más lozanas que estos, y un estimulante proceso de formación de editoriales independientes en busca de la calidad...
¿Cree Herralde que hay amenazas a esta última resistencia en defensa de la calidad literaria? "El único peligro -considera-, si uno puede hacer vaticinios en estos tiempos vertiginosamente mutantes, es el debilitamiento o desaparición de librerías".
"Todos estos proyectos están basados en un grupo de librerías independientes que están en todas las ciudades españolas y que son librerías tan voluntaristas como somos los editores, y son un poco las que mantienen el fuego sagrado, que miman a aquellos autores, aquellas obras, aquellos nuevos editores, de rentabilidad dudosa, pero que compensan con otros best-sellers o libros de texto; lo importante es que no desaparezcan o se vean gravemente lesionadas".
Sin embargo, para Anagrama/Herralde no parece haber crisis de los 40. "La pasión -confiesa- se mantiene milagrosamente sin ningún propósito ni esfuerzo mayúsculo por mantenerla".
¿Y el secreto para esa madurez tan bien llevada por la editorial, actualmente en su cima? "Curiosidad permanente, listón alto, tratar al libro con el máximo cariño y respeto y cuidar al autor y, finalmente, configurar un catálogo que inspire confianza, que cale el mensaje de que los libros han sido escogidos porque son buenos, aun siendo declaradamente minoritarios".
...el editor tiene que ser como un samurai plantado ante la puerta de su catálogo, con su sable, sólo dejando pasar aquellas obras que considera necesarias...
¿El palmarés de Herralde/Anagrama? Descubrir a gente como Álvaro Pombo o Sergio Pitol, publicar al que llama British Dream Team (Amis, Barnes, McEwan, Ishiguro..) o a Tabucchi, antes del 'pelotazo' con Sostiene Pereira, y a Richard Kapucynsky, Vila-Matas, Gopegui, Vikram Seth, Arundhati Roy... Y Roberto Bolaño, claro.
¿Se arrepiente Herralde de algo en cuarenta años? "De nada". ¿De nada, nada? "Hemos cometido errores, sobre todo comerciales, -confiesa- quizá insistir demasiado en autores que estaban previsiblemente condenados al fracaso, pero no creo que desde el punto de vista cultural me tenga que arrepentir de nada. Siempre podría haberlo hecho mejor, pero lo que he hecho no está mal".
Y, al final, más que en una interesante charla de media hora, que queda en promesa de tertulia literaria con un 'pope' de la cultura española (aunque en todo caso muy laico, apostillaría él), su figura está en los casi 3.000 libros publicados por su editorial y en sus libros de ensayos y artículos variados (el citado Opiniones mohicanas, Flashes sobre escritores y otros textos editoriales, El observatorio editorial, Para Roberto Bolaño y Por orden alfabético. Escritores, editores, amigos).