Irán: Desde los tejados al grito de ¡Alá es grande!
El viernes es para los musulmanes lo que el domingo representa para los cristianos y el sábado para los judíos. Para los iraníes, el pasado viernes 19 de junio fue incluso algo más.
La congregación semanal a la oración como teatro político ha sido un elemento nacional desde la revolución islámica de 1979. Pero sólo en contadas ocasiones el líder supremo, el Ayatolá Jamenei, oficia el sermón.
Ante miles de devotos, Jamenei defendió las elecciones diciendo que "la estructura legal de nuestro país no permite el fraude electoral" y los iraníes deben "confiar en que la república islámica nunca engañará ni traicionará el voto de su gente". También confirmó su apoyo al presidente Mahmoud Ahmadinejad y condenó las protestas. Su discurso supuso la última palabra del Gobierno: parar o sufrir las consecuencias.
Tras la intervención de Jamenei, gritos de "Allah'u'Akbar!" (¡Alá es grande!) se profirieron desde los tejados. Y a diferencia de los eslóganes usados durante las manifestaciones, esta frase no es política. Es la quintaesencia del islamismo. Los primeros musulmanes lo usaron cuando el Profeta Mahoma los guió a través de los desiertos de Arabia.
En uno de los muchos vídeos recientemente subidos a YouTube desde Irán, la imagen nocturna de la ciudad se acompaña por lo que deben ser
decenas o cientos de miles de voces llorando "Allah'u'Akbar" durante la noche. Sobre ellos, una melancólica mujer se hace algunas preguntas. "¿Dónde está este lugar donde todo ha sido bloqueado? ¿Dónde está este lugar en el que la gente sólo grita el nombre de Dios? Me produce escalofríos. No sé si Dios también está temblando. ¿Dónde está este lugar en el que nadie nos ayuda? Este lugar es Irán".
No sabemos quién es esta mujer o si su Irán es el Irán de todos. Hay mucho debate sobre las opiniones de los iraníes. Algunos dicen que el país está repleto de partidarios de Ahmadinejad pobres, rurales y religiosamente conservadores y que la agitación de las pasadas semanas se reduce a la elite liberal.
El país era eminentemente rural en la primera mitad del siglo XX. Pero hoy, las Naciones Unidas estiman que desde 1950 hasta 2002 la población urbana iraní ha subido del 27 al 60%, uno de los mayores crecimientos urbanos del mundo. Es cierto que muchos iraníes son musulmanes conservadores. La extrema milicia basij cuenta con al menos 400.000 miembros y un millón más de reservistas. Hay un odio generalizado hacia los basij, pero ellos también representan un significativo sector de opinión. Sin embargo, cerca de tres cuartas partes de la población iraní son menores de 30 años y un cuarto es menor de 15: una población probablemente poco conservadora.
Independientemente de la clase, el islam chií penetra en todos los estratos sociales. Sin embargo, hay grados de seguimiento religioso.
El 90% del país es chií, con el 10% restante dividido entre bahá'is, cristianos, judíos y zoroastrianos. La crisis actual tiene que ver en parte con el papel preeminente del Islam en la vida pública pero no hay apenas voces que reclamen su retirada completa. Los iraníes rezan en sus casas aproximadamente lo mismo que hace 30 años. Pero la asistencia a los rezos públicos del viernes ha decrecido. Ahora, en los tejados de Teherán, los iraníes vuelven también hacia el único poder que creen puede ayudarles: Dios.
Mahoma fue un árabe del siglo VI. En el VII, Persia era ya un antiguo imperio. Los persas seguían la fe zoroastra pero cuando los musulmanes llegaron adoptaron el islam suní del conquistador. Uno de los reyes de Persia, sin embargo, pronto se convirtió a la secta chií. Esta ruptura en el Islam, entre suníes y chiíes, se remonta a la muerte de Mahoma. Divididos sobre la sucesión del líder, algunos musulmanes elgieron seguir a los califas ("representantes") del Profeta Mahoma. Otros eligieron seguir a su yerno, el Iman Ali. Estos seguidores de Alí fueron llamados chiíes y siempre han sido una minoría en el Islam. Algunos eruditos sugieren que los persas del siglo VII eligieron deliberadamente el islam chií en rechazo a los conquistadores árabes. El islam chií y la antigua identidad persa se han mezclado desde entonces.
Los califas finalmente asesinaron al Imam Ali y a su hijo, el Iman Hussein. Cada año, los iraníes recuerdan su "martirio" con marchas y gritando "Ya Ali! Ya Hussein!", una invocación acompañada de apasionadas interpretaciones y, en casos extremos, de autoflagelaciones. No es una coincidencia que en las calles de Teherán la semana pasada partidarios del líder de la oposición Mir Hussein Mousaví hayan gritado "Ya Hussein! Mir-Hussein!". Han mezclado el desafiante sino del Iman Hussein con el reto presente de Mousaví al gobierno. Es un eslógan tanto político como religioso.
Durante la marcha del sábado, el día después del discurso del Ayatolá Jamenei, Mousaví dijo que estaba "preparado para el martirio". Jamanei también dijo que daría su vida por la república islámica. Los iraníes creen que hay una lucha por la justicia incluso si termina en tragedia. Si sus líderes están siendo beatos o políticos es un asunto distinto.
Cada noche la gente sale a sus tejados y grita "Allah'u'Akbar".