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"Zulema, ¿quién eres?"

  • Un equipo de Informe Semanal pasó unos días en La India con Vicente Ferrer

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Una de las mejores cosas que tiene este trabajo es que te permite conocer a personas extraordinarias. Muchas veces, la mayoría, son personas anónimas, que encuentras de forma inesperada. Otras, como en el caso de Vicente Ferrer, son personas reconocidas, cuya fama ha traspasado fronteras y te acercas a ellas con una cierta incertidumbre porque no siempre se cumplen las expectativas creadas.

Pero tengo que decir y creo que no hablo sólo en mi nombre sino también en el de Pilar, Pablo y Fernando -todo el equipo de Informe Semanal que se desplazó a Anantapur- que conocer a Vicente ha sido una de esas experiencias que dejan huella. Todas las crónicas hablaban de él como un hombre santo. Yo no sé muy bien qué es eso, pero sí puedo decir que tenía algo que lo hacía muy especial. Su sencillez, su ternura, su gran humanidad te hacían comprender nada más conocerle porqué en la India todos le llamaban padre.

Incapaz de entender que el hombre pueda permanecer pasivo ante tanta pobreza y tanto sufrimiento, dedicó su vida a los más pobres, junto a su esposa Anne, una mujer también extraordinaria. Como él decía, estar con ellos es la mejor forma de no equivocarse. La gran obra que ha realizado en Anantapur demuestra que la pobreza se puede erradicar con voluntad, con trabajo, con organización.

"Es sólo una pequeña parte del mundo -solía decir- lo sé, pero es un ejemplo de que se puede conseguir y este pequeño milagro se ha hecho gracias a la ayuda de los españoles, aunque allí muchos no lo sepan". Su obra, pionera en poner en marcha los microcréditos, el desarrollo integral o la ecología, cuenta hoy con una base tan sólida que su continuidad está garantizada de la mano de su esposa Anne, su hijo Moncho y de la buena organización que tienen tanto en la India como en España.

Cuando le conocimos, su salud era ya muy delicada. Jugaba con su ironía y sus bromas para sortear los problemas que a veces encontraba al intentar expresar sus ideas. Nunca olvidaré el esfuerzo que hizo durante la entrevista que le realizamos. Por eso, cuando después de estar con él varios días, una tarde al volver de nuestra grabación, me cogió la mano y me preguntó ¿quién eres?

Yo, pensando que estaba un poco perdido, le dije: Vicente somos el equipo de Informe Semanal que hemos venido a hacer un reportaje. "Ya sé -me contestó-, eres Zulema. Pero yo no te pregunto eso, yo te pregunto ¿quién eres?". De pronto, me sentí muy pequeña y no supe qué contestar. Intenté desviar la conversación hablando de lo mucho que nos había impresionado el trabajo que hacían con los niños, con las mujeres....y el insistió: "Zulema ¿quién eres?" Han pasado más de dos años y siento que sigo teniendo una deuda con él, porque aún no he encontrado la respuesta.