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Victoriano Crémer: periodista, poeta y cascarrabias

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Con la centena bien rebasada, nació en Burgos en 1907, Victoriano Crémer seguía siendo un periodista -en el Diario de León aún se publicará mañana su columna, con un artículo dedicado a los fichajes/estrella, titulado "Bien pagado"- de carácter vivo, bromista y cascarrabias que perduró hasta sus últimos días.

Hijo un ferroviario, Crémer llegó a León en sus años de infancia y ya no abandonaría esta ciudad, en la que fue vendedor de periódicos, dependiente de una farmacia, tipógrafo, poeta y -sobre todo- periodista.

Con González de Lama y Eugenio de Nora fundó en la difícil etapa de posguerra la revista Espadaña, que sería el gran vivero que activaría la literatura leonesa, y en la que se publicaría también obra de poetas como Neruda, Vallejo y Blas de Otero.

Para el catedrático de literatura José Enrique Martínez, en Crémer hay dos vectores fundamentales. Uno es el periodismo, cultivado desde muy joven, y que se sintetiza en más de 25.000 artículos en 88 años de colaboraciones.

Poeta y trabajador incansable

El otro vector es la poesía, más valiosa que sus ensayos y novelas. "La poesía de Cremer va mucho más allá de Espadaña, porque hay que recordar que la revista sólo estuvo activa hasta 1951, y el escritor estuvo escribiendo hasta sus últimos días", afirmó este catedrático, profundo conocedor del finado.

Como periodista, Crémer mantuvo permanente colaboración en los medios locales incluso cuando ya rebasó los cien años de edad, fecha en la que recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por su constancia.

El autor enviaba todos los lunes un conjunto de cinco crónicas para ir distribuyendo en la columna "Crémer contra Crémer", una tarea que tenía siempre presente, incluso cuando hace días fue ingresado en el hospital, momento en el que recomendó a la enfermera que activara la medicación porque tenía que escribir unas crónicas.

Dejó también bastante obra poética, de un tono social y existencial, desde 1951 (Nuevos cantos de vida y esperanza) hasta 2009 (Los signos de la sangre).

Los signos de la sangre (Editorial Calambur) es en realidad una magna recopilación poética de la obra del autor, desde 1944 hasta ahora, que consta de dos tomos que acumulan 1.500 páginas de poesía.

Autor polifacético, Crémer estaba escribiendo ahora una novela, y en la actualidad presenta una exposición con una treintena de dibujos, organizada por el Instituto de la Lengua Castellano y Leonés, la Junta y la Diputación de León, muestra titulada "Garabatos y manuscritos de Crémer".

A lo largo de su vida, el escritor ha obtenido numerosos galardones como el Nacional de Poesía Leopoldo Panero, el de Castilla y León de las Letras, León Felipe y el Gil de Biedma de Poesía.

De carácter bronco, Crémer escondía dos personalidades, algo que revela el propio título de su columna diaria (Crémer contra Crémer); por un lado aparecía el personaje áspero y detrás se hallaba en individuo amistoso y con gran dosis de generosidad.

Ese carácter vivo, bromista y cascarrabias perduró hasta sus últimas horas; aún anteayer, cuando un amigo periodista acudió con su novia a verle al hospital, le dijo a ésta: ¿qué te parece si nos deshacemos de él (el amigo) y nos fugamos juntos?