La Convención de Ginebra cumple 60 años con el reto de renovarse para cubrir los nuevos conflictos
- Los cuatro tratados redactados en 1949 buscan limitar las atrocidades de las guerras
- Su aplicación es ya universal, pero sus normas se centran en los conflictos internacionales
- Sin embargo, la mayoría de los enfrentamientos son ahora conflictos no internacionales
- La Cruz Roja defiende su vigencia y propone ampliarlos para evitar sus lagunas
- La población, en cambio, considera que no cumplen su función, según una encuesta
¿Cómo se reconstruye un mundo en el que acaban de morir 70 millones de personas, a causa del mayor conflicto bélico en la historia de la humanidad? La Segunda Guerra Mundial fue el origen de las Naciones Unidas en el ámbito político, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en el ámbito económico... y las Convenciones de Ginebra en la regulación de la propia guerra.
Porque incluso la guerra tiene límites, normas, que son las que se fijaron en 1949 los 63 países firmantes de los cuatro tratados que intentan salvaguardar a los militares que han dejado de combatir y a los civiles que se ven envueltos en los conflictos. Ahora, 60 años después, esa normativa aspira a renovarse para dar cobertura a los nuevos conflictos, que escapan al esquema tradicional de la confrontación entre Estados.
De hecho, los principales hitos de la Conferencia Internacional que alumbró las Convenciones de Ginebra son la protección de los civiles, que hasta entonces nunca se había contemplado, y el artículo 3 que incorporan los cuatro tratados, y que regula los conflictos armados no internacionales.
La utopía de Henri Dunant
Hasta entonces, la guerra era sólo una cuestión entre militares que defendían a Estados y sus normas se referían únicamente a ellos. Los tres primeros tratados de las Convenciones, aunque renovados en 1949, existían desde años antes, impulsados inicialmente por el fundador de la Cruz Roja, el suizo Henri Dunant.
Dunant había sido testigo en 1859 de la batalla de Solferino, en Italia, y había quedado horrorizado por la situación de los militares heridos, muchos de los cuales morían sin ser atendidos y evacuados. A su regreso a Ginebra, fundó la Cruz Roja e inició una campaña para establecer en un tratado las normas mínimas que se debían respetar en los conflictos.
El esfuerzo fructificó en 1864, con la firma de la Primera Convención de Ginebra, que aún hoy se centra en la protección de los soldados heridos y enfermos en las campañas militares. En 1907 se redactaba la Segunda Convención, que ampliaba la primera a la guerra marítima.
El trato inhumano que sufrieron los prisioneros de guerra durante la Primera Guerra Mundial llevó en 1929 -con Dunant, Premio Nobel de la Paz en 1901, ya fallecido- a la Tercera Convención, que establece la necesidad de tratarlos correctamente y velar por su salud mental y física. Los civiles, por el momento, seguían al margen.
Aplicación universal
La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, obligaba a replantarse toda la normativa, que no había evitado, no sólo los 70 millones de muertos, muchos de ellos civiles, sino los 35 millones de heridos y los más de tres millones de desaparecidos que ocasionó el conflicto.
Así, en 1949 se revisaban las anteriores y se adoptaba la Cuarta Convención de Ginebra, que regula el trato debido a los civiles, incluso en los territorios ocupados, desde las obligaciones de la potencia ocupante hasta la ayuda humanitaria a la que tienen derecho los ocupados.
Los cuatro tratados incorporan, además, un artículo 3 común aplicable a los conflictos armados no internacionales que recoge las normas esenciales de las Convenciones de Ginebra: tratar con humanidad a todas las personas que no participen en las hostilidades o caigan en poder del adversario, asistir a los heridos y enfermos, permitir a la Cruz Roja ofrecer sus servicios...
Esa normativa, completada con tres protocolos adicionales redactados en 1977 que se centran en la protección de las víctimas de los conflictos, ha sido adoptada por 194 países, más incluso de los que componen la ONU, por lo que su aplicación es ya universal.
Utilidad
Sin embargo, la población no parece convencida de la utilidad de esas normas: una encuesta realizada por Gallup para la Cruz Roja revelaba en 2008, el 55% de las 53.200 personas encuestadas decía haber oído algo sobre los Convenios de Ginebra, mientras un 37% no conocía su existencia. Y entre los que sabían que existen, el 49% opina que no cumplen su función de limitar el sufrimiento en las guerras; otro 40% cree que si lo hacen en alguna medida.
Pese a que la percepción generalizada sea que las normas no se cumplen, la Cruz Roja defiende su plena vigencia: "Sería erróneo pensar que la regla es la violación de la ley y que el cumplimiento y respeto de las Convenciones es una excepción, es exactamente al contrario", argumenta el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Jakob Kellenberger.
"Las Convenciones han demostrado ser absolutamente relevantes en el pasado, lo son actualmente y lo seguirán siendo en el futuro porque han permitido salvar la vida de miles de personas", añadía Kellenberger con motivo del aniversario.
Un argumento clave es que las personas de países en conflicto si las consideran necesarias: otra encuesta, realizada directamente por el CICR en ocho países con conflictos -Afganistán, Colombia, Filipinas, Georgia, Haití, Líbano, Liberia y República Democrática del Congo- señala que el 75% de las aproximadamente 4.000 personas encuestadas afirma que debería haber límites sobre lo que los combatientes pueden hacer en el curso de las guerras. El problema, una vez más, es que no alcanzan la mitad quienes creen que esas reglas son eficaces.
Necesidad de renovación
Es por ello que se plantea la necesidad de renovar las Convenciones de Ginebra, ampliando su cobertura y concretando su articulado para evitar interpretaciones amplias de las normas. "El Derecho Internacional Humanitario no es estático, ni los conflictos de hace 30 años son los mismos de hoy en día", señala Kellenberger.
Los conflictos actuales son cada vez más guerras civiles o contiendas en las que no se enfrentan de forma tradicional dos Estados y en la que la mayoría de las víctimas son civiles.
"Si se interpretan las Convenciones de forma muy amplia no protegen a parte de la población, es por eso que debemos estudiar como hacerlas más concretas para que protejan cuanto más posible", explica Kellenberger, que apuesta por "aclarar algunos conceptos clave y fortalecer algunas normas hasta ahora insuficientes".
"Convendría desarrollar más algunos aspectos del derecho, particularmente los relativos a los conflictos armados no internacionales", concluye el presidente del CICR.