J.D., el enemigo público número uno
- Johnny Depp interpreta a John Dillinger, un delincuente convertido en mito popular
- Enemigos públicos es una película de gran altura, clara candidata al Oscar
- El reparto de la cinta se completa con Christian Bale y Marion Cotillard
- Aviso: el artículo puede contener spoilers con detalles de la trama
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Jay Gatsby había 'muerto' años antes, y con él toda una época de efímera prosperidad para los más ricos. En 1934, la Gran Depresión tocaba fondo, aunque eso no lo sabían entonces los desesperados ciudadanos estadounidenses. Poco después, el New Deal de Roosevelt empezaba a surtir efecto.
Sólo los afortunados urbanitas de las grandes ciudades podían evadirse en los cines y ver películas de Howard Hawks, Cecil B. de Mille, Fritz Lang, Frank Capra o John Ford. Era la época del cine de gángsters porque era la época de los gángsters.
Ese año 34, uno de ellos, el enemigo público número uno del FBI, John Dillinger, salía del cine Biograph de Chicago, de ver a Clark Gable en Enemigo público número uno (Manhattan Melodrama, en su versión original). Tres tiros de agentes federales acabaron con él, poniendo fin a una breve -14 meses- pero intensa carrera delictiva.
Esa carrera es la que el cineasta Michael Mann nos cuenta en Enemigos públicos (Public enemies). La trayectoria de J.D., John Dillinger, a quien interpreta brillantemente otro J.D., Johnny Depp.
Condenado a nueve años de cárcel por el atraco a una tienda en su Indianápolis natal, Dillinger se convirtió al salir de prisión con la condicional en el atracador de bancos más famoso del país, llegando a convertirse en un icono popular, una especie de Robin Hood castigador de banqueros.
Una recreación fidedigna y muy moderna
Además de las excelentes interpretaciones del propio Depp, Christian Bale (en el papel de su perseguidor, el agente Melvin Pruvis) y Marion Cotillard (Billie Franchette, una de las novias del delincuente), Enemigos públicos presenta su candidatura al Oscar con una vistosa realización en la que se recrea con un estilo absolutamente moderno (y fiel) una época que pide el color sepia.
"He intentado evitar convenciones como los filtros o envejecer los objetos. Si uno se levanta y sale a la calle el 17 de marzo de 1934, todo está allí, vive. Hace frío, llueve, es Chicago y hay color. Puede parecer muy activa y vibrante ahora, pero no ha cambiado tanto", asegura Dante Spinotti, director de fotografía de la cinta.
En una historia de atracos e imposibles huidas de la cárcel, Mann rueda y coreografía trepidantes escenas de acción. En la banda sonora, la película cuenta con las creaciones, de gran altura, del prestigioso compositor Elliot Goldenthal y con un tema especialmente compuesto por el cantante de blues Otis Taylor para la ocasión.
Pero, a pesar de todas estas virtudes, la historia no termina de cuajar debido a un guión irregular cuya tensión decae por momentos y que nos deja con ganas de conocer con mayor profundidad el carácter magnético y humano de Dillinger.